Corte Suprema de nuevo haciendo política

Corte Suprema de nuevo haciendo política

Una de las grandes enseñanzas del derecho romano hace referencia a la importancia de la existencia de una prueba que cumpla el propósito de otorgarle credibilidad al testimonio de un testigo. Recientemente, el jurista Germán Calderón España recordaba ese precepto a través de su cuenta de Twitter donde expuso: “Ante las declaraciones de Ayda Merlano, si no logra probar las sindicaciones con otros medios de prueba, operaría el principio Testis unus testis nullus o ‘testigo único, testigo nulo’. Además, tendrá [Merlano] que comparecer a cada juicio, cosa que no podrá hacer como prófuga”.

https://twitter.com/Germancalderon1/status/1492318472256245762?s=20&t=ULOE4AVxyKJJG07H9SWrAg

Cerrando la semana pasada, desde la sala de instrucción de la corte suprema surgió una noticia que permite concluir que algunos de los togados que integran ese cuerpo colegiado de la judicatura están metidos de lleno en la campaña política. 

Se trata de la cacareada “compulsa de copias” emitida por el magistrado Francisco Javier Farfán Molina por cuenta del testimonio que ante él dio la fugitiva Aida Merlano. La diligencia, que duró varias horas tiene un elemento que llama poderosamente la atención: ni una sola vez el magistrado interrogador le exigió a la declarante que se someta a la justicia colombiana, esa misma que él, en su calidad de funcionario destacado de la rama judicial, le impuso una severa sentencia condenatoria a la que la excongresista le sacó el cuerpo a través de una cinematográfica -y delirante- fuga. 

Pareciera entonces que, para un sector de la corte suprema, lo que importa es el testimonio ambiguo y carente de pruebas proveído por la Merlano, particularmente en lo que tiene que ver con el Centro Democrático, específicamente el presidente Uribe.

En una entrevista de hace dos años de Merlano con la directora de Semana, Vicky Dávila, la fugitiva aseveró que el presidente Álvaro Uribe jamás recibió dinero de Julio Gerlein o de los Char, algo que es evidente.

Pero ahora su versión dio un “conveniente” giro de 180 grados. Ella, que está siendo protegida por la satrapía venezolana reapareció en plena campaña electoral para supuestamente poner en evidencia la corrupción política de Colombia. Su objetivo indisputable es el de favorecer a la extrema izquierda. Utiliza los servicios de un abogado que hasta no hace mucho intentó ser incluido en las lista al congreso del denominado ‘pacto histórico’ y que, además, funge como apoderado de la guerrillera Deyanira Gómez Sarmiento en la audiencia de preclusión del presidente Uribe. Más claro imposible. 

Lo hasta ahora revelado por el portal santista en relación con las aparentes pruebas que la Merlano le ha entregado a la fiscalía no dicen nada nuevo. Esas evidencias ya están en poder del órgano investigador y hacen parte del juicio que se adelanta en contra del empresario Julio Gerlein. Será un juez de la República el encargado de valorarlas, ponderarlas y al final dictaminar si tienen la contundencia suficiente para emitir una sentencia condenatoria en contra del empresario barranquillero que, durante décadas, además de ser el amante, fue el mecenas de la Merlano. 

Antes de continuar con esta puesta en escena, en la que una mujer anda disparando señalamientos a diestra y siniestra, cambiando alevosamente sus versiones, es perentorio exigir su presencia en el país. Que sea en Colombia, sin presión ni mediación del régimen venezolano, donde brinde su testimonio. Adicionalmente, es prudente que se ordene una valoración psiquiátrica de la condenada para determinar si está en la capacidad de discernir entre la realidad y la fantasía. 

También debe determinarse con serenidad si su intervención es espontánea y sin que medie ningún objetivo distinto al de dar a conocer ante la justicia unos hechos. Aunque es muy diciente que su abogado, a través de redes sociales, se haya concentrado en enviar señales que permiten entrever que se trata de una suerte de ajuste de cuentas. Y la justicia, esa misma que está desprestigiada a más no poder, no tiene porqué prestarse para una operación de ese tipo. 

Lo cierto es que el magistrado Farfán, ese mismo que estuvo de acuerdo con encarcelar al presidente Uribe a pesar de que la única prueba en su contra era el testimonio de un delincuente al servicio de Iván Cepeda, se está entrometiendo de forma abusiva en la campaña política colombiana. 

@IrreverentesCol

Publicado: febrero 13 de 2022

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