Autor: Los Irreverentes

El petrismo no es una corriente política ni ideológica. Es una estructura delincuencial. Es evidente la frustración de esa gente con la noticia de que el presidente Trump salió ileso del atentado del pasado fin de semana.

El día cívico decretado por Petro es una irresponsabilidad que perjudica a la economía. Además del daño a las finanzas nacionales, resulta increíble que lo haya decretado antes de que se conociera si Colombia había ganado o no la Copa América.

Petro está implementando la tesis de que el “caos es el poder del lumpen”. El ministerio de Educación, que debería ser ocupado por una persona con experiencia y conocimientos técnicos, ha quedado en manos de un brutal y fundamentalista acosador en redes sociales.

El marxista Petro agudiza la división entre los colombianos, calificando como enemigos del pueblo a quienes se oponen a su propuesta de constituyente.

El centrismo es el principal promotor del extremismo. En Francia, Macron allanó el terreno para el triunfo del extremista Melenchon, y en Colombia las políticas moderadas de Duque fueron el impulso final de Petro.

El caos ha quedado instalado en Francia. Se ha sentado un precedente demoledor que hará tambalear a la quinta república. Por primera vez, unas elecciones fueron signadas por la violencia de la extrema izquierda y por la amenaza de una guerra civil.

Petro nombra como ministra de Agricultura a una fundamentalista promotora de la expropiación. En palabras de la nueva funcionaria, “yo no voy a aplicar la adquisición de tierras, donde pueda aplicar la extinción sin indemnización”.

Gustavo Petro es un sujeto incapaz de controlar su adicción a las drogas, al alcohol y sus depravaciones. Su proceder es como el de esos animales que no dominan sus instintos sensitivos.

La derechita colombiana impredecible. Ahora tiene como icono a un antiguo cabecilla de la banda terrorista ‘Primera Línea’ que resolvió volteársele a Petro.