Autor: Los Irreverentes

La cacería impulsada por Petro contra la vicefiscal Mancera se debe a que esa funcionaria ha liderado la investigación contra el hijo “no criado” del presidente de Colombia.

Vienen tiempos espantosos. Los opositores al régimen petristas tendrán tres alternativas: el exilio, la cárcel o la muerte.

El gobierno está en manos del hampa, la justicia quedará bajo el control de una criada del Ejecutivo, la Fuerza Pública, corrompida hasta lo más profundo de su estructura, emulará a las fuerzas armadas bolivarianas de Venezuela.

Rojas Pinilla mandó a golpear a quienes rechiflaron a su hija. Ahora Petro, asegura que las arengas en Barranquilla fueron contra su hija. ¿Procederá como el dictador que inspiró al M-19?

La victoria de Javier Milei es un bálsamo y una gran esperanza para los defensores de la libertad, pero España seguirá en manos del felón Pedro Sánchez.

El Uribe que regaló el resultado del plebiscito, ahora está buscando la manera de salvar la terrorífica reforma a la salud de Petro. Los congresistas del uribismo, por lealtad con sus electores, deben rebelarse.

La justicia no cree que la esposa de Benedetti haya podido comprar una megamansión en Puerto Colombia con el dinero que gana como organizadora de fiestas infantiles.

Los Altos funcionarios son el reflejo del gobierno. El presidente y sus ministros ejercen sus cargos anestesiados por el alcohol y las drogas. Otros, como Laura Sarabia y el comandante del Ejército chuzan a sus empleados y a los amantes de sus parejas.

Benedetti celebra porque tiene asegurada la impunidad. La investigación en su contra por enriquecimiento ilícito y lavado de activos quedó en manos del cuestionado Cesar Reyes, el contratista de Santos que encarceló injustamente a Uribe.

La adicción es una enfermedad progresiva, incurable y mortal. En su supuesta autobiografía, Petro narró sus primeras experiencias con las drogas cuando vivía en Bruselas, excesos que, según él, se tradujeron en episodios depresivos.

Es preocupante la debilidad de los partidos políticos en Colombia. La falta de colectividades estimula el caudillismo que debilita las bases de la democracia.