¡Chantajes No!

¡Chantajes No!

“Estoy agobiado por esta preocupación, que debe ser una preocupación generalizada de todo el país, porque un desenlace fatal de su situación (de alias “Jesús Santrich”), Dios no lo quiera, sería también la muerte del proceso de paz”.

Con esas sentidas y beatas palabras el narcoterrorista alias “Iván Márquez”, se atrevió el fin de semana pasado a chantajearnos desde su madriguera en Miravalle (Caquetá), lugar donde corrió a refugiarse tan pronto como supo que su compinche “Santrich”, y su sobrino Marlon Marín (ahora cantante y testigo protegido del gobierno americano), habían caído en manos de la justicia, con base en una circular roja de Interpol, a petición de la justicia de Estados Unidos, por tráfico de drogas.

Bueno aclararle al narcoterrorista “Márquez” quien, al parecer, tiene un rabo de paja igual al de “Santrich”, que sus chantajes ya no funcionan, y que no hay motivos para una preocupación generalizada, ni por la suerte que pueda correr su amigote, puesto que cualquier cosa que le suceda obedecería, exclusivamente, a una decisión suya, ni por lo que él llama la “muerte del proceso de paz” dado que, por lo decidido mayoritariamente en las urnas el 2 de octubre de 2016, este nunca vio la luz y lo único que podría darle sentido o vida a ese adefesio pactado en La Habana, sería una reforma como la que propone el candidato Iván Duque, que obliga, entre otras, a que los narcoterroristas cumplan lo pactado, cuenten la verdad, reparen a sus víctimas, paguen sus penas y no reincidan.

Ahora bien, preocupación y profundo disgusto el que hay por el comportamiento de la Iglesia Católica, por esa  vergonzosa intromisión en asuntos que competen, exclusivamente, a la justicia. Haberse llevado para una de las casas del Episcopado al narcoterrorista “Santrich”, en vez de dejarlo en el hospital donde, conforme a lo que ordena nuestra ley, se estaba velando por su salud, es participar en una de esas maturrangas que el señor Santos maquina, cada que los criminales de las FARC o su premio Nobel de Paz, se encuentran en apuros.

Grave, además, porque, de ahora en adelante, cualquier reo que quiera escapar al rigor de la justicia, particularmente de la extradición, no tendrá más que dejar de comer y la Iglesia estará obligada a brindarle amparo puesto que, si como alega, lo que hizo fue “un gesto humanitario”, lo tendrá que seguir haciendo con todos o, de lo contrario, entraría en una repugnante discriminación.

Esta pesadilla llamada Juan Manuel Santos, que se ha servido de todo, hasta de la misma Iglesia, para conseguir sus propósitos, está por terminar, y aunque nos deja prácticamente ofrecidos a nuestros verdugos, tenemos aún la posibilidad de escapar de sus socialistas fauces, si seguimos el camino que nos indica Iván Duque Márquez, un hombre joven, limpio, competente y, sobre todo, defensor acérrimo de la democracia.

@cdetoro

Publicado: mayo 19 de 2018

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