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El problema no está en que Petro mienta como un bellaco, sino en que haya millones de personas que lo vean como un ejemplo a seguir. ¿Así de podrida está el alma de tantos colombianos?

Olmedo López y Sneyder Pinilla son un par de hampones que están delatando porque quieren beneficios judiciales, y no porque estén arrepentidos. Ojalá digan toda la verdad y no encubran a algunos participantes de la trama.

El macrocaso de corrupción de la Unidad de Riesgo es la prueba de fuego de la fiscal Camargo. Ella, además de garantizar la vida de los delatores, tiene que avanzar rápidamente en el esclarecimiento de los hechos.

Carlos Ramón González, señalado de ordenar la monumental operación de corrupción puesta en marcha con los dineros de la Unidad de Gestión de Riesgo, es el Vladimiro Montesinos colombiano.

Una captadora de dinero boyacense que estafó a 1800 personas humildes, le regaló dinero en efectivo a la exconsejera de Petro, Sandra Ortiz. Los dueños de la “pirámide” esperaban que parte de esos fondos fueran a la campaña de Petro.

El desquiciado Petro está logrando que Colombia quede al nivel de Irán, Siria y Corea del Norte.

Indignante: el gobierno no destina presupuesto para hacer mantenimiento a las aeronaves militares, pero sí destina recursos para contratar a los sicarios morales que desde las redes sociales agreden a los opositores al régimen.

Colombia no tiene un gobierno sino una bacrim. Es muy difícil hallar en el Ejecutivo a alguien honorable.

La semana pasada los colombianos tuvieron que soportar uno de los mayores desafíos de los últimos años, al ver al presidente de su país rindiéndole un homenaje al jefe terrorista y antiguo lugarteniente del ‘Cártel de Medellín’, Carlos Pizarro Leongómez. 

El presidente español está cada vez más debilitado. Él mismo se está encargando de hacerle saber al planeta entero que su esposa está bajo investigación por corrupta.

La violencia ha sido una constante en la carrera político-criminal de Gustavo Petro. ¿Desatará una oleada de agresiones para silenciar y atemorizar a sus críticos?

Nadie quiere derrocar a Petro. El pueblo está en su derecho de expresar su desacuerdo con los abusos del régimen, pero es respetuoso del periodo presidencial que culmina a las 3 de la tarde del 7 de agosto de 2026, ni un minuto más.