Bogotá, en cuidados intensivos

Bogotá, en cuidados intensivos

La alcaldesa de Bogotá, Claudia López no es culpable de la pandemia, pero sí es la responsable del manejo que se le dé a la misma y, con toda claridad, su gestión ha sido deficiente, desde donde se le quiera mirar.

Las cifras son alarmantes. Las comparaciones son odiosas y más cuando éstas se hacen respecto de enfermedades que ponen en grave riesgo la vida de los pacientes, como sucede con el COVID-19, pero en este caso resultan inevitables para entender la gravedad de lo que está sucediendo en la capital de la República, donde la ocupación de camas en las unidades de cuidados intensivos llegó a un nivel sinceramente preocupante: más de 43% de ellas están siendo utilizadas en este momento, sin que sepamos realmente qué tiene en mente la alcaldesa para atender la situación, luego de que la gente empiece a salir gradualmente de sus casas.

Entiendo la importancia del aislamiento, pero es incontrovertible que esa medida no aguanta mucho más tiempo debido a los estragos económicos que está generando en los hogares colombianos. Las personas se ven obligadas a salir a trabajar, cuando les resulta imposible desarrollar su profesión o su actividad económica a través de los canales digitales. Y aquello, evidentemente aumenta el riesgo de contagio.

Pero debemos entender que el confinamiento no es la solución a la pandemia. Aquel, es supremamente útil para desacelerar su crecimiento y evitar que se presenten momentos catastróficos como los que vimos en Italia, España o la ciudad de Nueva York, donde los servicios de salud colapsaron.

El problema grave de Bogotá radica en la incapacidad que le hemos visto a la alcaldesa para manejar la crisis con posiciones coherentes. Sus posturas son pendulares y difícilmente hemos visto en ella la toma de una decisión con cabeza fría y ponderación.

La semana pasada, estaba citada a un debate en la Cámara de Representantes. Es totalmente importante que la alcaldesa López responda los interrogantes que tiene el Congreso, para que el país entienda cuál es su verdadero plan para que Bogotá no sea doblegada por la pandemia. 

El problema de fondo está en que Claudia López quiso convertir esta coyuntura en un escenario de confrontación con el presidente de la República. Seguramente, creyó que era un buen momento para buscar réditos políticos y por eso le hemos visto tantas salidas en falso como la de que el aeropuerto sólo se podría abrir “sobre su cadáver”, una amenaza innecesaria, pues nunca ha estado entre los planes inmediatos del gobierno reactivar los vuelos nacionales e internacionales.

Vuelvo al punto de las comparaciones. En Medellín, cuyo alcalde se encuentra en las antípodas ideológicas del uribismo, el manejo que se le ha dado a la enfermedad puede ser calificado de sobresaliente. A todo señor, todo honor. Tengo muchísimas diferencias políticas con Daniel Quintero, pero en lo que se refiere al COVID-19, su gestión ha sido admirable y aquello debe reconocérsele con generosidad porque, al fin y al cabo, su destreza se traduce en menos contagios y, por consiguiente, menos fatalidades.

Las dudas sobre la conducción de Claudia López a la pandemia, persisten. Hace pocas horas, la localidad más populosa de Bogotá, Kennedy, tuvo que ser aislada totalmente y sus habitantes, más de 2 millones de personas, sometidos a estricta cuarentena por 14 días. Espero sinceramente que la decisión adoptada haya sido oportuna, porque tenemos que evitar a toda costa que el virus se desborde en la capital de nuestro país. Mientras tanto, debemos tener claro que Bogotá está en cuidados intensivos.

@MargaritaRepo

Publicado: junio 1 de 2020

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