Desde hace varias décadas, Colombia y Estados Unidos tienen un acuerdo de cooperación en seguridad y lucha contra el narcotráfico.
En 1946, ambos países sellaron una alianza que se ha venido cumpliendo con gran eficacia. Gracias a la cooperación estadounidense, pudo ponerse en marcha el denominado Plan Colombia que ha sido, sin duda ninguna, la iniciativa de mayor contundencia contra el narcotráfico en toda nuestra historia.
La reducción de cultivos ilícitos a sus mínimos históricos, fue consecuencia de dicho plan que, además, se complementó con acciones concretas como la interdicción aérea y marítima de naves cargadas con alcaloides.
En virtud del principio de corresponsabilidad, el gobierno de los Estados Unidos ha estado presto a brindar el apoyo que se requiera para que Colombia logre altos niveles de efectividad en la guerra contra el narcotráfico.
Cuando finalizaba el gobierno del Presidente Uribe, el régimen socialista de Ecuador -en cabeza del hoy prófugo Rafael Correa- tomó la absurda determinación de clausurar la estratégica base de Manta, que entre 1998 y 2009 sirvió de plataforma desde la que aviones estadounidenses desplegaban acciones de interceptación de aparatos dedicados al narcotráfico.
Previendo las consecuencias de aquel cierre, el presidente Uribe, en el marco del convenio de cooperación existente con los Estados Unidos, planteó la utilización de 7 bases aéreas colombianas para desarrollar desde allí las operaciones antinarcóticos.
Aquello iba a ser un golpe a la columna vertebral del narcotráfico, léase: las Farc.
En el gobierno de Santos, a través de un argumento propio de leguleyos, la corte constitucional -al servicio de la causa santista- dejó sin efectos la decisión de Uribe, diciendo que era necesario hacer un nuevo tratado con los Estados Unidos, cosa que jamás sucedió.
Gracias al proceso con las Farc, Santos suspendió la fumigación y automáticamente, nuestro país se convirtió en un mar de coca. Nunca antes habíamos tenido tantas hectáreas con cultivos ilícitos.
Uno de los objetivos del presidente Iván Duque es el de acabar con la coca, razón por la que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, acordó con el gobierno de los Estados Unidos la llegada al país de un equipo de asistencia técnica. Se trata, como lo informó la embajada estadounidense en Bogotá de una “unidad especializada del Ejército de EE.UU. formada para asesorar y ayudar operaciones en naciones aliadas. Su misión en Colombia comenzará a principios de junio y tendrá una duración de varios meses…”.
La extrema izquierda reaccionó con virulencia, llegando a extremos inauditos como el de plantear que se trata de un desembarco de tropas extranjeras, algo realmente absurdo y descabellado.
La banda terrorista Farc, emitió un comunicado diciendo que “denunciamos y rechazamos este hecho y alertamos por las acciones irresponsables de la política internacional del gobierno Duque, que conllevan una violación a nuestra soberanía y abonan el terreno para una agresión de los Estados Unidos a la vecina República Bolivariana de Venezuela, poniendo a nuestro país bajo los efectos de una posible guerra internacional”.
Pamplinas. Acá no hay ningún desembarco ni nada por el estilo. Como bien lo dijo el ministro Carlos Holmes Trujillo, “ese acuerdo establece que el propósito de las llamadas misiones militares es el de prestar permanentemente cooperación de carácter consultivo y técnico al Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de Colombia… Este personal asesorará dentro de las unidades militares a los estados mayores de las Fuerzas de Tarea Conjunta Hércules, Vulcano, Omega y de la Brigada contra el Narcotráfico. En ningún momento habrá tránsito de tropas extranjeras, ni participarán en operaciones militares…”.
El gobierno se había demorado en finiquitar ese mecanismo de cooperación que será de gran utilidad para implementar medidas tendientes a reducir el número de hectáreas cultivadas con coca, hecho que se constituye en una evidente amenaza no solo para la seguridad de Colombia, sino para la de toda la región.
No tiene porqué sorprender la desesperada reacción de los terroristas de las Farc, máximos responsables del tráfico de estupefacientes en el planeta.
Publicado: mayo 28 de 2020
Esperemos que Duque no se deje manipular por los bandidos de la izquierda y especialmente la revista Semana que maneja este país, o sea Santos, o sea la Farc con sus aliados en el congreso. Porque después de ver como el imbécil de Holmes Trujillo y Duque salieron como perritos falderos a destituír a los oficiales del glorioso Ejército con las tales perfilaciones, nada bueno podemos esperar de este gobierno aliado por debajito con Santos.
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