Así nos educamos

Así nos educamos

Todo está cambiando. Las colas ya casi no existen y los puestos, libres, siguen sin mayor variación. Mucha gente anclada en donde más la vean, ajeno o no, a que de tanto asomar la cabeza, lo tengan en cuenta para nombrarlo. Es el afán de sobresalir a pesar de que el tema central quede borrándose. Es que el punto de partida es la educación y de ahí nace lo que el individuo realiza durante su ciclo vital. La educación es el eje y no es extraño encontrar o sorprenderse por par de años invertidos en aprender y memorizar como se debe andar. Qué duro la bipedestación, pero más difícil es mantenerse de pie. Y el color de la educación. Dicen es que negra pues con todo cae. O blanca, pues el tinte que le da el mancharla acentúa más sus rasgos. O rosada, pues nada la desfigura. Y podemos colocarle cualquier color y nada cambiará su esencia: fresca, móvil, cambiante y sobre todo recogedora.

El problema de la educación es que no puede caminar sola. Tiene siempre en su esencia un ser acompañante. Así, por ejemplo, la emoción que produce asimilar algo nuevo y poder recitarlo. Declamar en público, es quizá una de sus funciones más complejas. Se extiende hacia otro axioma: la memoria. Y surgen nuevos atributos que hacen que la educación se convierta en un riel interminable del neurodesarrollo.

La educación arrastra la emoción y la memoria. Está en sus formas meteorólogas de comunicarse. Desde lo que vemos e interpretamos hasta lo que sentimos. Describir su pálpito y como nos sacude la emoción que sale y que nos lleva muy cerca a la persona que realmente atiende nuestras querencias. Esta fusión de memorias o recuerdos que nutren, que alimentan y les dan minerales a nuestras relaciones. Algo tiene escondido la memoria, que, en el momento menos esperado y asociado con algo visible del entorno, podemos exteriorizarlo. Algunos los llaman reserva cognitiva y quizá lo señalaría como el sonido del saludo: llamo y encuentro el eco de la respuesta.

Vamos acumulando experiencias, vamos aprendiendo. No importa la forma que estas tengan y su geometría: lo cierto es que las vamos asimilando y procesando. Algunas robustas y no se van nunca del árbol del aprendizaje. Otras, menos toscas, pero con mayor textura para deslizarlas, tardíamente, en un campo lleno de análisis. Finalmente llegan las experiencias finas, las que nos ayudan a coser nuestra personalidad y el estilo que realizamos en su confirmación. La experiencia se parece tanto a la vida en la cual un inventario de estas conforma el carácter del individuo.

Y así la educación va formando al individuo. Le trae la emoción del aprendizaje y lucha por mantenerlo siempre a flote; respirando y nadando. Llegar a un puerto fijo para arrancar hacia otro rumbo, no pregunta cuando le debe o cuando le ha aportado o que asimiló. ¿Se le olvidaría pagarle? Solo siga braceando hasta que la otra meta la tiene inconclusa.

 Hay que recordar lo que se ha andado…como se construye experiencias si no acumulamos. Desecha las malas y tórpidas… no acumule desgracias. Conserva la ruta firme de las buenas experiencias pues estas ayudan a seguir labrando los nuevos caminos. Las buenos señales aparecen soleadas y despejados. La memoria y su reserva tienen la particularidad de mantener activo el flujo de los recuerdos pero los mantiene muchas veces desordenados. Hay que convencerlos para que los revuelva, haga los que los malos ni siquiera se levanten y aparezcan las señales de lo construido.

 Y con la experiencia se calibran los procesos del aprendizaje. Se alinean y se ponen en el lugar de ataque. Firmes y apuntando hacia adelante. Buscando los nuevos objetivos, que son tarea que el destino nos ha preparado para un futuro cercano. Experiencia dirigida hacia nuevos logros: la plataforma del proceso de formación.

Y quizás de pronto aparece el lenguaje, inocularle dos o tres lenguas en forma tal que las habilidades en las funciones cerebrales superiores se hagan expeditas. Infantes que desde pequeños se acercan a esta reforma educativa, cambio, y los adapta a modificaciones notorias en su proceso de integración. Dejarle si, su ambiente familiar intacto, pero por fuera un escenario de aprendizaje que les permita crecer con ventajas y reservas cognitivas.

Diptongo:

La gran tribuna del proceso de integración del individuo y como se crean los vínculos de su desarrollo. La educación y el respaldo de sus consonantes afectivas. Sin las cuales, los vasos comunicantes no existirían.

@Rembertoburgose

Publicado: julio 1 de 2022