Ana María Abello: A los congresistas

Ana María Abello: A los congresistas

Después de años de polarización, al Nobel de Paz Juan Manuel Santos le cayó una bendición del cielo que no quiso o supo aprovechar: la de llegar a un gran consenso nacional en el cual todos los colombianos huérfanos de presidente nos sintiéramos representados por él. No sabría explicar las razones para esto ya que no soy quien para juzgar sus intenciones, pero, si pudiera adivinar, lo único que se me ocurre es que su odio por Álvaro Uribe Vélez y todo lo que le recuerde a él es tan visceral que lo ciega.

Entiendo lo difícil que ha debido ser para Santos aceptar una derrota imposible. Como ya he repetido hasta el cansancio, el “NO” le ganó contra todo pronóstico y le demostró que a pesar de la guerra sucia que ha emprendido contra el Uribismo, esta sigue siendo la mayor fuerza política del país. Antes de que traten de refutar esta afirmación, les recuerdo que para hacer política en Colombia se necesitan puestos burocráticos y mucha plata,  y que el Uribismo es el equivalente a un faquir político que carece de ambos, pero  igual ganó.

Lo que no entiendo ni pretendo entender es la razón por la cuál Santos está dispuesto a lo que sea, inclusive a sacrificar al país, por hacerle daño a Uribe. Para entender a Santos tendría que albergar profundos sentimientos de odio que ruego a Dios jamás llegue a sentir.

Si Juan Manuel Santos no fuese presidente y sus actuaciones no afectasen a casi 50 millones de personas, este tema no tendría ninguna relevancia, pero lo es, y sus actos están llevando al país a una crisis profunda, no solo de índole institucional y económica, sino moral. Su profundo odio se traduce en una desesperación fácil de olfatear para abrirles el camino al poder a los representantes de la ideología Castrista que llevó a Venezuela a su destrucción.

Desde que el “NO” ganó el plebiscito, Juan Manuel Santos, su gobierno y miembros de la Unidad Nacional en vez de dedicar sus esfuerzos en entender la realidad del país, de recoger el sentir del pueblo y de aplicar los correctivos necesarios al mal logrado acuerdo de La Habana, se han empeñado en  buscar la forma de desconocer el proceso democrático que ellos mismos diseñaron a su propia medida. Intentaron culpar al huracán, pusieron en entre dicho la victoria tratándonos de mentirosos, hicieron lo imposible por dividir a los promotores del “NO” e inclusive usaron la “¿enfermedad?” del presidente como tácticas para distraernos mientras diseñaban el mecanismo legal para refrendar e implementar el supuesto nuevo acuerdo a espaldas del pueblo, el único constituyente primario.

Mientras los del “NO” de manera ingenua celebrábamos la victoria, el ex ministro de justicia Yesid Reyes radicaba una solicitud ante la Corte Constitucional para revivir el fast track y  desconocer el plebiscito como mecanismo para reformar la constitución nacional.  El exministro argumenta que el plebiscito es inconstitucional, a pesar de se trata del mismo plebiscito que ellos diseñaron, pero que solo les servía en la medida en que ganaran. Si esto no es una burla al pueblo y a su democracia, no sé qué es.

En este punto de la historia tenemos que dejar de hablar de conejos, pues esa expresión es benevolente frente a lo que en realidad está ocurriendo. Juan Manuel Santos está manipulando los demás poderes públicos para darle un golpe a nuestra democracia. Esto es grave y no lo debemos tomar a la ligera. Si aún queda algún vestigio de conciencia en nuestros legisladores, que serán los llamados a decidir si refrendan e implementan un acuerdo que carece de legitimidad y apoyo, les hacemos un llamado para que no permitan que esto suceda, no sin antes advertirles que estaremos tomando atenta nota a quién vota qué. Partidos como el Conservador tienen la oportunidad de reclamar su puesto en la historia, lo que se verá reflejada en las urnas la próxima vez que vayan a elecciones. Igualmente, el vicepresidente German Vargas Lleras, con su partido Cambio Radical, tendrá una segunda oportunidad para ser coherente frente a las inquietudes que tenía acerca del tribunal especial que quedó intacto en el nuevo acuerdo.

Vale la pena recordarles que los tiempos cambiaron y que la gente no come entero, como  se demostró el 2 de octubre del año 2016.

PD. A un día de la firma del “nuevo acuerdo”, el gobierno reformó el mico contra las fuerzas armadas y me surgen dos preguntas: 1. ¿Se leyeron el nuevo acuerdo? 2. ¿Por qué pueden reformar este punto y no los demás?

@ANIABELLO_R