La realidad del microtráfico tiene muy preocupados a los gobiernos locales de Bogotá, ya que es un fenómeno en crecimiento.
La semana pasada, la Policía Metropolitana de Bogotá logró capturar a los 19 integrantes de una de las bandas de microtráfico de drogas, más grandes de la capital. Esta se dedicaba, en su mayoría, a la venta de dosis de cocaína en el sur de la ciudad, más exactamente en la localidad de Kennedy.
Su negocio era tan grande y lucrativo que, según las investigaciones, las ganancias mensuales ascendían a los $100 millones de pesos. Pero, ¿cuál era su modus operandi?
Alias “La mona”, que usaba como fachada un humilde puesto de dulces, controlaba a todo un grupo de vendedores que se ubicaba cerca a los colegios. Ellos eran los encargados de regalar pequeñas dosis de estupefacientes a los niños y jóvenes, con el fin de engancharlos y volverlos adictos. Después de lograr su cometido entrenaban a los menores para que ingresaran la droga a sus salones de clase y allí la comercializaran.
Esta dura realidad del microtráfico tiene muy preocupados a los gobiernos locales de Bogotá, ya que es un fenómeno en crecimiento, en zonas aledañas a colegios y universidades. Según el Observatorio de Drogas en Colombia y su estudio de Microtráfico y comercialización de sustancias psicoactivas en pequeñas cantidades en contextos urbanos- Bogotá 2015: “los colegios y las universidades son factores de aglomeración de población joven que puede iniciarse en el consumo de SPA (sustancias psicoactivas). Las organizaciones criminales tienen incentivos para comercializar drogas en estos espacios escolares porque puede representar el inicio de relaciones altamente rentables y comercialmente duraderas”.
En efecto, esta problemática la hemos podido corroborar los Representantes a la Cámara, de la Comisión Segunda, directamente con las comunidades afectadas. Esto se debe a que hemos estado sesionando en las diferentes localidades de la ciudad.
Según las investigaciones de la Policía de Bogotá hay 12 estructuras criminales, en nueve de las 20 localidades de la capital colombiana, que se dedican al tráfico de drogas. Estas manejan un negocio de más de $40 mil millones de pesos al mes. Claro, dicho negocio se basa en la comercialización de marihuana, bazuco, cocaína, heroína y drogas sintéticas.
Y si bien esto es muy grave, también lo es el hecho de que estas estructuras criminales también roban (automotores, comercio, personas, entre otros), comercializan con autopartes hurtadas, extorsionan, asesinan, hacen fleteo, etc. Lo cual hace que esta sea toda una cadena delincuencial. Incluso, se afirma que muchos de estos grupos cuentan apoyo de las Farc y el ELN.
Ante este panorama, la Secretaría de Educación del Distrito prendió sus alarmas e identificó 68 colegios públicos y 10 privados, como zonas de consumo y venta de droga en Bogotá. Estos se encuentran ubicados, principalmente, en las localidades Rafael Uribe, Ciudad Bolívar, Santa Fe y Bosa.
Sin embargo, recientemente, un estudio de la Secretaría de Salud y de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) puso en evidencia el aumento del consumo de marihuana, cocaína y bazuco, en jóvenes entre los 18 y 24 años.
Es por esto que urge tomar medidas efectivas frente a la problemática del microtráfico. Es verdad que la Policía ha realizado acciones enfocadas a atacar las bandas criminales dedicadas a la comercialización. Pero hay que ir más allá. Es evidente que las campañas de prevención no están funcionando y que son los jóvenes y los niños, los más perjudicados.
Por ahora nuestra tarea desde la Cámara de Representantes es terminar este primer ciclo de visitas a las localidades de Bogotá y llevar todas estas inquietudes de la comunidad al gobierno Distrital.
Hay que ser sensatos y reconocer que existen esfuerzos, pero que estos no han sido suficientes. Por mi parte no quiero pensar que la lucha contra el microtráfico se perdió; aunque sí tengo muy claro que llegó el momento de cambiar la estrategia que se ha seguido hasta ahora.
Publicado: agosto 18 de 2017