Mauricio Pimiento, que en efecto tuvo alianzas con los paramilitares, hoy disfruta de privilegios diplomáticos otorgados por Juan Manuel Santos.
En el escándalo de la denominada parapolítica, muchos terminaron pagando por los pecados de otros. Hay casos de congresistas y líderes políticos que fueron condenados sin que existiera prueba alguna que indicara la comisión de delitos.
Aquel fue un caso en el que la corte suprema de justicia, obrando como un directorio político confeccionó una colcha de retazos en la que mezcló a personas decentes con criminales de la peor calaña.
Irresponsable y falaz sería decir que la parapolítica fue una invención. No hay duda alguna de que en efecto muchos dirigentes sellaron alianzas criminales con distintas estructuras de autodefensa. Algo igual hicieron líderes de la izquierda con las Farc. La diferencia es que en aquel caso, la justicia, al decir popular, lloró por un solo ojo. A pesar de que existen suficientes evidencias, no hay un solo congresista condenado por haber tenido vínculos con la banda terrorista comandada por alias Timochenko.
Mauricio Pimiento fue gobernador del departamento del Cesar entre 1995 y 1997, años de plena expansión guerrillera en aquel departamento, infamemente azotado por el accionar criminal de los antisociales. Tanto la banda terrorista de las Farc como la del Eln ejercían control territorial en la zona.
En la región del Cesar, la guerra estaba perfectamente perdida.
Y Mauricio Pimiento, como gobernador, tomó una decisión cuyas consecuencias resultaron nefastas: abrió la puerta para el ingreso de grupos de autodefensa ilegal a su departamento.
Una de las primeras acciones de las denominadas autodefensas campesinas de Córdoba y Urabá, fue el reclutamiento de un líder agrario, víctima de la guerrilla e hijo de uno de los militares más apreciados en la región. Se trata de Rodrigo Tovar Pupo.
Tovar adoptó el alias de Jorge 40 y en poco tiempo se convirtió en el jefe indiscutible de las autodefensas en su departamento. Simultáneamente, se consolidó como el aliado político más importante del gobernador Pimiento.
LOS IRREVERENTES hablaron con un dirigente político conservador del Cesar quien aseguró que “durante su gobernación, Mauricio Pimiento puso al departamento al servicio de los paramilitares. Ellos llegaron al Cesar, se consolidaron y establecieron, en buena medida porque contaron con el poyo decidido de él”.
Así, se selló una alianza que en 2002 mostró cuán capaces eran los paramilitares de hacer elegir a una persona, independientemente de que no hubiera hecho campaña política, pues Mauricio Pimiento estuvo viviendo en Washington ciudad de donde regresó a Colombia un par de meses antes de las votaciones.
A pesar de ello, el bloque Norte de las autodefensas hizo que 34 mil cesarenses sufragaran por él. Esos votos, sumados a otros 13 mil aparecieron en otras regiones del país, fueron suficientes para que obtuviera un escaño en el senado de Colombia.
Cuatro años después, Pimiento se reeligió con el favor de 52 mil ciudadanos que le dieron su voto.
La corte suprema de justicia tuvo conocimiento de la existencia de la alianza criminal entre Mauricio Pimiento y Jorge 40, a raíz de pesquisas que realizaron sus investigadores.
Descubrieron cómo las autodefensas desmontaron las candidaturas de todos los rivales de Pimiento, para pavimentar el camino por el que llegaría al senado. A la fuerza, hicieron elegir a Jorge Enrique Ramírez, alias Bojote, en la cámara de Representantes.
Con los votos de Ramírez –que en efecto eran puestos por las autodefensas-, Pimiento llegó al Senado. La cuestión fue muy sencilla, pues los paramilitares, a punta de amenazas, presiones y asesinatos, le prohibieron a la comunidad votar por los rivales de Pimiento.
Luego de ser hallado culpable, fue sentenciado a 7 años de prisión. La corte, en su momento, concluyó que “los resultados electorales examinados, la evidente intimidación sobre la población y demás actores políticos, la eliminación de eventuales opositores, la no admisión de candidaturas distintas a las acordadas por el grupo paramilitar y la imposibilidad del libre ejercicio de actividades proselitistas” fueron pruebas suficientes para imponer la condena contra Pimiento.
Lo curioso es que Santos lo ha reencauchado al punto de que hoy él goza de beneficios estrambóticos como ser el portador de un pasaporte diplomático dado que su esposa, Adela Maestre Cuello funge como embajadora de Colombia en Paraguay.
Mientras todos los dirigentes condenados de Colombia tienen que asumir la justa consecuencia de la denominada muerte política, Mauricio Pimiento, por cuenta de la generosidad de Santos, ejerce como embajador de Colombia, a través de su esposa.
En sus ratos libres se dedica a escribir columnas de opinión en las que, para congraciarse con quien lo ha resucitado, se dedica a insultar y a difamar al presidente Uribe. Al fin y al cabo, Santos no solo lo ha nombrado en la embajada del Paraguay. Sus familiares contratan con el Estado y una cuota suya fue bendecida con una notaría en Valledupar.
Publicado: abril 25 de 2017