Santos insinúa que la Colombia gobernada por Uribe era un Estado fallido. Las cifras demuestran que el presidente nuevamente miente.
Cuando Álvaro Uribe llegó a la presidencia en 2002, en Colombia no había un peso. Literalmente, el ministerio de Hacienda no contaba con fondos para hacer los giros que requerían las Fuerzas Militares y policía.
Uribe ganó porque les ofreció a los colombianos la implementación de una política de seguridad democrática, pero no tenía cómo ponerla en marcha porque la nación estaba quebrada.
Fue necesario crear un impuesto al patrimonio, gracias al cual se recaudaron $1.2 billones de pesos.
Fueron muchos contribuyentes que pagaron más de lo que les correspondía, porque Colombia entera comprendió que sin aquel dinero, sería imposible recuperar la democracia asediada por el terrorismo y el narcotráfico.
Gracias a la seguridad democrática, se generó confianza para la inversión de nuevos capitales, fuente de generación de empleo y de riqueza para los ciudadanos. La inversión extranjera directa –IED- se quintuplicó durante el gobierno de Uribe. Las cifras son incontrovertibles: en 2002, la IED fue de $2134 millones de dólares. En 2005, época en la que estaba en plena aplicación la seguridad democrática, hubo $10252 millones de dólares en inversión extranjera directa. Para 2008, se llegó al tope histórico de $10596 millones de dólares.
Hace pocos días, el Banco de la República, informó que la inversión extranjera directa en el país tuvo un dramático descenso durante el primer trimestre de este año, al registrarse una caída del 20.1%.
Santos malbarató el legado que recibió del gobierno Uribe el 7 de agoto de 2010. El nuestro era un país que progresaba y en el que la economía crecía de manera sostenida, a pesar de la crisis económica internacional de los años 2007 y 2008.
En 2002, el PIB creció el 2.5% y cinco años después, esta taza fue del 7.5%.
Santos dice que la Colombia de 2010 era un “Estado fallido”. Curioso que lo diga un mandatario que con vergüenza tuvo que registrar un crecimiento económico del 2% en 2016.
En materia de infraestructura, nos encontrábamos muy por debajo de muchas naciones africanas. El 7 de agosto de 2002, en todo el país había 56 kilómetros de dobles calzadas, el equivalente a la carretera de Bogotá a Fusagasugá.
Bajo el liderazgo de Andrés Uriel Gallego, un hombre visionario y honorable, se construyeron poco más de 1000 kilómetros de dobles calzadas y se dejaron contratadas otros 3 mil.
¿A qué país se refiere Santos cuando habla Estado fallido en 2010? ¿Será a la Colombia que pasó de explotar 250 mil barriles de petróleo en 2002 a cerca de un millón de barriles diarios en 2010, cifra que cayó a 888 mil barriles el año pasado? ¿O estará hablando de la Colombia que en 2002, según la ONU, tenía 144 mil hectáreas sembradas con coca, cifra que bajó a 62 mil en 2010 y que el año pasado se disparó al observarse un crecimiento del 39% respecto de 2015?
Macanuda contradicción que una persona –en este caso, Juan Manuel Santos- haya implorado un nombramiento -ministro de Defensa- en un Estado que consideraba fallido.
Bueno es aclarar que un Estado fallido es aquel en el que el gobernante, abusando del poder con que lo enviste la ley, transgrede la separación de poderes para instigar persecuciones judiciales contra sus enemigos personales o sus rivales políticos, como en efecto ha hecho Juan Manuel Santos desde el mismo instante en que asumió el gobierno nacional.
Estado fallido es ese en el que la democracia le es entregada, en bandeja de plata, a un grupo terrorista que no devuelve la totalidad de sus armas, ni desmoviliza a todos y cada uno de sus integrantes.
Cuando Santos habla de Colombia como Estado fallido, se está refiriendo, lastimosamente, al país que él, por cuenta de su errático gobierno, ha venido construyendo de la mano de la guerrilla de las Farc.
Publicado: abril 24 de 2017