Sin duda es un golpe a la credibilidad del gobierno la reunión de los ex presidentes Uribe y Pastrana con Trump la semana pasada. Pero no tiene nada de raro esa diplomacia paralela que ejercen en todo el mundo la oposición, las organizaciones sociales y distintos sectores democráticos que buscan contar su historia a los gobiernos a través de distintos canales diplomáticos
Por eso no deja de ser un chiste la histérica reacción del general Naranjo, del ministro Cristo y del senador Iván Cepeda. El general Naranjo tuvo, y tiene no me cabe duda, su canal diplomático personal con los Estados Unidos. No es sino mirar wikileaks para encontrarlo. Y era funcionario del gobierno lo que de por si es grave, muy grave. O Iván Cepeda experto en el manejo de esa diplomacia a través de ONGs para desacreditar un gobierno como lo hizo durante los 8 años del gobierno de Uribe.
Es más hasta las centrales obreras y los opositores a los tratados de libre comercio a través de la diplomacia paralela lograron parar la aprobación del tratado con los Estados Unidos durante más de media década y casi lo logran con la Unión Europea y con Canadá.
No es conspiración como algunos de manera equivocada lo tratan de mostrar. Es un mecanismo válido para presionar gobiernos, para cambiar agendas políticas y para mandar señales diplomáticas. Durante los 8 años como Vicepresidente me tocó lidiar con esas agendas paralelas de distintos sectores del país en distintos escenarios y en distintos países. Desde la OIT, pasando por todas las cancillerías europeas, el departamento de Estado o la Secretaria de Trabajo en Estados Unidos, entre otros, fueron 8 años mostrando los avances, reconociendo y corrigiendo los errores por todo el mundo pues esa diplomacia paralela era muy agresiva.
Lo cierto es que el mensaje que manda Estados Unidos es claro: queremos oír el otro lado de la historia. El Presidente Santos ha manejado su versión de la realidad con gran éxito pero al mirar con lupa lo que sucede, en su viaje de mayo tendrá que explicar las 200 mil hectáreas de coca, la destrucción institucional, los casos de corrupción y el tema de justicia para las Farc que son gran preocupación para Estados Unidos.
El discurso de legalización, que desestimuló a las instituciones que luchan contra la droga, caía bien en la administración Obama pero con Trump es a otro precio. Vamos a ver como sale el acto de malabarismo con el que Santos irá a Washington a explicar el rotundo fracaso de su estrategia contra las drogas. Difícil será explicar como después de billones de dólares que tuvieron sus mejores resultados hace unos años, en apenas 3 años se fueron al traste. Tampoco será fácil explicar como un grupo terrorista y narcotraficante va a recibir como premio curules en el Congreso e impunidad. Y no sé, si el tema de Venezuela va a salir a flote pues ahí el gobierno tampoco tiene nada que mostrar.
De todas maneras quienes creen que el cambio político en Estados Unidos resolverá los problemas que acá o en Venezuela tenemos, están equivocados. América latina sigue siendo un tema menor en la política internacional norteamericana. Y en la administración Trump, a pesar del cambio de acento con la de Obama en especial frente a Venezuela y Cuba, tampoco es mucho el interés que existe por nuestra región.
Así que a los problemas que enfrentamos, las amenazas del populismo y el marxismo que pretenden liquidar la democracia liberal y sus libertades a como de lugar, tendremos que resolverlos nosotros mismos. Los venezolanos dan un ejemplo heroico frente a la dictadura de Maduro que todos los demócratas del continente tenemos que apoyar. Y en Colombia, frente a esta amenaza que es creciente no podemos dormirnos ni pensar que las cosas van a seguir igual.
Claro, el cambio de administración en Estados Unidos da algo de respiro. Pero no nos equivoquemos, la lucha está aquí, en las calles, en los medios y sobretodo en las urnas.