Siendo director de la policía, el general Naranjo parecía un perrito faldero detrás del embajador de Estados Unidos en Colombia.
El general y hoy vicepresidente Óscar Naranjo, tan mentado y admirado en los cuarteles del desaparecido cartel del Norte del Valle, donde cariñosamente lo llamaban con el alias de Natalia (Sobre esta historia, lo invitamos a leer “El vicepresidente ‘Natalia’”), ha salido a decir que “repudia” que se intente crear una línea diplomática paralela con los Estados Unidos, haciendo referencia a la reunión sostenida hace algunos días entre los expresidentes Uribe y Pastrana con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Lo curioso de esa opinión es que emana de alguien que, como lo revelan los denominados wikileaks,, parecía un perrito faldero de quien fuera el embajador de los Estados Unidos en Colombia mientras él fungía como director de la Policía nacional.
En efecto, Naranjo, temeroso de que el gobierno norteamericano hiciera algo en su contra por la cantidad de información que de él tienen distintas agencias de ese país, resolvió convertirse en un descontrolado charlatán que pasaba buena parte de su tiempo en la sede de la embajada de los Estados Unidos en Bogotá.
Uno de los cables, fechado el 25 de noviembre de 2009, pone en evidencia que Naranjo realmente es un lagarto y un, al decir de los españoles, correveidile. En dicho documento, el entonces embajador norteamericano en Bogotá, William Brownfield, reportó que “el general Óscar Naranjo, director de la policía nacional de Colombia, le dijo al embajador que el presidente Uribe estaba molesto con el gobierno de los Estados Unidos por su falta de respuesta frente a las agresiones de Venezuela hacia Colombia”.
Posando como un experto en diplomacia, Naranjo fue más allá en su conversación con el embajador estadounidense y comentó que “el gobierno colombiano interpreta como un mensaje político la cancelación de la visita del subsecretario de Estado James Steinberg prevista para los días 1 al 3 de diciembre [de 2009]”.
En ese wikileak queda en evidencia que el interés superior de Naranjo es el de quedar bien con el gobierno de los Estados Unidos, olvidando que él era un alto funcionario del Estado colombiano. Valga poner de presente que el entonces director de la Policía no tenía autorización ni del presidente Uribe ni del ministro de Relaciones Exteriores del momento, Jaime Bermúdez, para transmitir ese tipo de mensajes.
“Naranjo también le dijo al embajador que… el enfrentamiento entre Uribe y la Corte Suprema de Justicia continuaría el próximo año [2010] por la decisión del tribunal de no elegir al nuevo fiscal general de la nación, hasta que no renuncie el ministro de Justicia Fabio Valencia Cossio…”.
Otro aspecto que Naranjo mencionó en su usurpada función como “diplomático paralelo” mientras fue director de la Policía, fue el del escándalo del DAS y posando como un “superhéroe” le dijo al embajador de los Estados Unidos “que él le ha solicitado a los fiscales que empiecen a ordenar los arrestos en el caso del DAS”.
En ese cable, también quedó plasmada la debilidad de Naranjo por los chismes y las consejas. Sin tener competencia para hacerlo y violentando asuntos que tenían que ver con la seguridad nacional de Colombia, le comentó al embajador Brownfield detalles de la mala relación personal que existía entre el entonces ministro de Defensa y el comandante de las Fuerzas Militares: “El ministro Silva no confía en el general Padilla; rara vez hablan entre ellos. Naranjo siente que Silva le concede mucho acceso a información a su secretario privado (que viene del sector privado), lo que aumenta la preocupación en materia de seguridad. Padilla no le permite al general González liderar el ejército y Silva no respalda a Padilla, así que el ejército está a la deriva y los oficiales superiores están enfrentados unos contra otros”.
Muy grave que el director de la policía de un país sea tan ligero y tan irresponsable de hablar de asuntos tan delicados con diplomáticos de otras naciones , destrozando la confidencialidad y poniendo en grave riesgo la soberanía nacional.
Pero es más grave que, 8 años después de haber cometido semejante acción, claramente delictiva, esa misma persona, ahora posando de estadista, señale a dos expresidentes por haber conversado con el mandatario de los Estados Unidos.
La diferencia entre esos casos es evidente. Los doctores Pastrana y Uribe hablan con los Estados Unidos movidos por su preocupación por el futuro de la democracia colombiana, mientras que Naranjo, cada vez que conversa con las autoridades norteamericanas, lo hace con el propósito de que jamás vayan a desempolvar la información que hay contra él y que no lo deja, en absoluto, bien parado.
Publicado: abril 17 de 2017