Durante décadas, la señor Gloria Gaitán Jaramillo, hija del dirigente Jorge Eliécer Gaitán, llenó sus arcas con dineros públicos que le fueron girados al desaparecido Instituto Colombiano de la Participación Jorge Eliécer Gaitán –Colparticipar-, entidad que fue creada en 1966, durante el gobierno del doctor Carlos Lleras Restrepo.
Aquel año, la nación le pagó a la viuda de Gaitán y a su hija una abultada suma de dinero para adquirir la casa, los muebles y objetos relevantes del dirigente asesinado, con el fin de construir un museo en su memoria.
Gloria Gaitán, durante muchos años fungió como directora de Colparticipar, entidad que recibía la suma aproximada de $14 mil millones de pesos al año y cuyo objeto, de acuerdo con la ley, consistía en “rescatar y hacer conocer el pensamiento y la obra de Jorge Eliécer Gaitán en las distintas facetas de su actividad, reivindicar su ejemplo para las nuevas generaciones y destacar la consagración de su vida a la defensa de los intereses populares”.
La señora Gaitán, en vez de asumir dicha responsabilidad con la seriedad que merecía, resolvió convertir a la entidad en su empresa privada de la que sacaba dinero de forma indiscriminada y sin ningún control.
Entre los bienes asignados a Colparticipar, había dos vehículos. Sin ningún respeto que merecían dichos bienes que eran de la nación, Gloria Gaitán ordenó que uno de los carros le fuera adjudicado a ella y el otro, de forma insólita, a su hija María Valencia Gaitán.
A través de la ley 489 de 1998 –aprobada por el Congreso de la República durante el gobierno de Andrés Pastrana-, se ordenó que entidades inviables y descontroladas como Colparticipar fueran liquidadas.
Resultaba inaceptable que el tesoro público continuara subvencionando a la heredera de Jorge Eliécer Gaitán quien, poniéndose por encima de la ley, llegó al extremo de impedir que la contraloría general de la República revisara las cuentas de la entidad que ella dirigía. En efecto, un funcionario de dicho organismo de control que habló con LOS IRREVERENTES, confirmó que “en aquellos tiempos, doña Gloria literalmente les tiraba la puerta a los funcionarios de la contraloría que intentaban acceder a esas dependencias, con el fin de revisar el manejo de los recursos que recibía Colparticipar”.
En el gobierno del presidente Uribe se dio cumplimiento a lo ordenado en la ley 489 y se resolvió cauterizar esa vena rota en la que se había convertido la entidad que que dirigía la señora Gaitán. Aquella decisión desató la ira de la heredera del llamado “caudillo” liberal quien se opuso, con pies y manos, a que le quitaran el manejo de ese rentable negocio del que vivían ella y sus familiares.
Apenas se hizo la intervención de Colparticipar, se encontraron comportamientos deleznables. Por ejemplo, a cada uno de los 8 empleados que laboraban allí les quitaban el 10% de su sueldo y ese dinero tenía una destinación específica: la cuenta bancaria de María Valencia, hija mayor de Gloria Gaitán.
Lo curioso es que ese hecho, del que existen pruebas documentales, fue denunciado oportunamente antes las autoridades judiciales, sin que el proceso haya tenido resultados reales. Una exfuncionaria del ministerio de Educación que conoce el caso, le aseguró a un periodista de este portal que algunos funcionarios judiciales que conocieron las denuncias, se abstuvieron de avanzar en la investigación “para no mancillar la memoria del doctor Gaitán”.
Gloria Gaitán vocifera y lanza toda suerte de insultos e improperios contra el expresidente Uribe y su reacción tiene una explicación: el temor que la embarga porque se conozcan las porquerías que ella hizo al frente de Colparticipar y los robos que protagonizó con la ayuda de su hija María.
Cuando supo que el instituto iba a ser liquidado, abusivamente contrató a una compañía de mudanzas para que sacara de la casa museo todo el mobiliario –por el que desde el gobierno de Carlos Lleras su familia había recibido un generoso pago- en lo que claramente constituye un robo. Esos muebles no son de propiedad de ella, sino de la nación.
La señora Gaitán ordenó llevarlos a una bodega en el centro de Bogotá. A los pocos meses el dueño de la misma, desesperado porque no recibía el pago acordado, accedió a devolverlos al lugar del que fueron robados y así la nación pudo recuperar aquellos enceres que hacen parte del patrimonio nacional.
La casa museo y demás activos de la liquidada Colparticipar le fueron entregados a la universidad Nacional, entidad que se ha preocupado por mantener en orden los elementos que le pertenecieron a Jorge Eliécer Gaitán, pero sobre todo por cumplir con el mandato de mantener viva su memoria, cosa que no hizo su hija Gloria quien, coadyuvada por su hija María, estuvo durante décadas concentrada en saquear el instituto que algún día fue creado para honrar a su fallecido padre.
Publicado: abril 17 de 2017