A Ernesto Samper le entró un elefante y a Santos, en su cara, le estacionaron un buldócer en su campaña.
Los hechos son incontrovertibles: el exsenador Otto Bula, articulador de la operación de corrupción de la empresa Odebrecht ha dado un testimonio y entregado las pruebas de la monetización de un millón de dólares que terminaron en las manos de un testaferro de Roberto Prieto, mejor amigo y gerente de la campaña de Juan Manuel Santos en 2014.
Bula, tal y como fue revelado por la periodista Vicky Dávila, detalló la manera como fue entregado el dinero a Andrés Giraldo Rivera, un oscuro tramitador de negocios y comisionista, con quien Roberto Prieto tiene una estrecha y añeja relación comercial y social.
No hay duda de que a Prieto, por intermedio de Giraldo Rivera, le llegó un millón de dólares de Odebrecht. Ya se sabe el lugar en el que tuvieron lugar los respectivos pagos. Será muy fácil hacer un chequeo, revisando los vídeos de las cámaras de seguridad del hotel referenciado por Bula y los records de las aerolíneas, pues la plata fue entregada en Bogotá y el testaferro Giraldo Rivera vive en Medellín.
De Andrés Giraldo, se sabe que es una persona cercana al gremio de cafeteros y que fue uno de los más activos promotores de Gabriel Silva Luján cuando éste aspiro a la gerencia de la Federación Nacional de Cafeteros.
Roberto Prieto, también muy cercano a Gabriel Silva, ha preferido escabullirse y no ponerle la cara al país. Inventando razones de seguridad que sólo existen en su imaginación, se limitó a hacer público un comunicado de prensa que no absuelve el cúmulo de interrogantes que pesan sobre él.
Prieto escribió que “manifiesto mi más enérgico rechazo a las infundadas, tendenciosas y calumniosas declaraciones sobre mi persona dadas por el señor Otto Bula a la fiscalía general de la nación; a quien escasamente distingo, y con quien nunca, pero nunca, he compartido siquiera un café”.
El exgerente de la campaña de Juan Manuel Santos no niega tajantemente conocer a Bula. Dice que “escasamente lo distingue”. Aquello significa que sí ha hablado o se ha reunido con él.
Tanto Prieto como Giraldo tienen que dar muchas explicaciones sobre el destino final del millón de dólares que les entregó Otto Bula. Y sólo hay 3 alternativas posibles: que se lo hayan inyectado a las arcas de la campaña releccionista de Santos, tal y como esperaban los directivos de Odebrecht. La otra posibilidad es que entre Prieto y Giraldo se hayan quedado con ese dinero y finalmente pudo suceder que una parte fue robada por ellos y la otra destinada para atender pagos de la campaña reeleccionista.
Ahora, bien: ¿Odebrecht sólo entregó 1 millón de dólares? Conocedores de la investigación, no descartan que haya sido más dinero. Hay algunas versiones que indican que Odebrecht entregó, a través de distintos canales, alrededor de 3 millones de dólares, pero ninguna de estas ha sido confirmada.
El escándalo es mayúsculo, así el grueso de los medios de comunicación colombianos pretendan bajarle volumen al mismo. Se trata de un presidente, que además fue premiado con el Nobel de paz, vinculado con la red de corrupción más desvergonzada que se ha registrado en toda la historia.
Paralelamente a la investigación penal que se adelanta en la fiscalía, se iniciará el proceso administrativo en el Consejo Nacional Electoral, ente que revisará los temas contables relacionados con la campaña de Santos.
Para nadie es un secreto que el CNE es un remedo de tribunal que despierta sospechas y genera desconfianza. Su nivel de ineficacia puede llegar a superar al de la cuestionada comisión de acusaciones de la cámara de Representantes.
Con una mayoría de magistrados fácilmente sobornables por su pertenencia a los partidos de la denominada unidad nacional, el presidente de la República, de entrada, tiene ganado ese proceso. Más se demorará la consejera sustanciadora en preparar el proyecto de fallo que las mayorías en votar a favor de que se archive la investigación contra el presidente. Con ese escenario, más vale que nadie sea tan ingenuo de pensar que habrá una investigación seria, rigurosa, profunda e imparcial de las cuentas de la campaña de Santos.
Lo anterior no significa que la ciudadanía se cruce de brazos y se convierta en testigo silente del tapen-tapen que el gobierno y sus aliados en el congreso están perfeccionando.
Igualmente, debe hacerse una auditoría de los dineros que desde 2010 han entrado y salido de las cuentas de la fundación Buen Gobierno, hoy presidida por Martín Santos, hijo del presidente de la República.
Es fundamental que se conozca el origen de los fondos con los que la fundación sufragó esas actividades “académicas” que realizó durante la fase preelectoral de 2014. Y que el director de Buen Gobierno le responda al país unas preguntas muy sencillas, como por ejemplo si conoce y cuántas veces se reunió con Eleuberto Martorelli, quien fuera presidente de Odebrecht en Colombia.
Los tiempos
El escándalo mediático se ha dado a una velocidad inusitada, pero aquello no significa, ni mucho menos, que las respuestas finales vayan a ser conocidas en el término de la distancia. El Consejo Nacional Electoral se tomará su tiempo en emitir su desde ya previsible decisión.
La fiscalía, por su parte, tardará en adoptar decisiones y adelantar las imputaciones a que haya lugar. Depende en buena medida de la información que provean las autoridades judiciales de Brasil y de los Estados Unidos y aquello hace que la investigación sea dispendiosa.
Mientras la justicia penal actúa y la autoridad electoral monta el sainete, la ciudadanía debe movilizarse en contra de un gobierno impopular e ilegítimo.
A Samper se le metió un elefante a la sala de la casa y a Juan Manuel Santos, a través de su mejor amigo y hombre de confianza, Roberto Prieto, le estacionaron dentro de su campaña un buldócer igual de grande a esos que actualmente emplea Odebrecht en la construcción de la carretera entre Ocaña y el puerto de la familia Parody en Gamarra.
Lea este artículo en inglés: «The bulldozer»
Publicado: febrero 9 de 2017