Los esclavos de Petro

Los esclavos de Petro

Una suerte de candidato de “derechas”, con nombre de ciclista, se cernía como una opción con buenas posibilidades de enfrentar al Pacto Histórico en 2026 a la manera de un outsider que ‘no es de aquí ni es de allá’. Un hombre tildado de populista y demagogo por sus propuestas extremas, como la pena de muerte a los corruptos, el plomo sin contemplaciones para los violentos y el castigo inmisericorde para quienes mancillen la integridad física o la honra de los miembros de la Fuerza Pública. Cosas que hacen alistar la cédula de muchos colombianos para ir a las urnas.

Pero lo que han develado las redes sociales en los últimos días, es que este nuevo Rodolfo Hernández no tiene nada de antipetrista sino que, por el contrario, se han conocido audios en los que se revela que se puso a órdenes del Presidente-adicto cuando este ganó en 2022. Todo un engaño, y si lo que dice Santiago Botero asusta, poniéndose al servicio de Petro para lo que se le ofrezca, más sorprenden las palabras de su señor padre, un hacendado, para quien todas las tendencias políticas, sean de izquierda, centro o derecha, dizque tienen el mismo objetivo de sacar a la gente de la pobreza, lo cual no es cierto. Si este no es un idiota útil, capaz de decir semejante majadería, entonces ¿qué es?

A los que así piensan hay que decirles sin ambages que están muy equivocados porque, simplemente, la izquierda no contempla como propósito el terminar con la pobreza sino el abolir el capitalismo —que es el que crea riqueza— y estatizar la economía, exponiendo como trasfondo moral un supuesto combate contra la desigualdad, con lo que se muestran como paladines de la justicia social.

El comunismo se ha ensayado en cerca de 45 países en el último siglo, y en todos ha fracasado en el objetivo de la lucha contra la pobreza porque no es ese su propósito. En cambio, ha sido tremendamente exitoso en su verdadera intención de pauperizar la economía, homogeneizar la sociedad en una sola clase social dependiente del Estado, consolidar una élite gobernante que se roba las riquezas del país y controlar los medios de producción. El resultado es la pobreza generalizada y las libertades perdidas, que es el ideal de la izquierda. Por fortuna, el desencanto social ha terminado por tirar estas aventuras al basurero de la Historia en casi todos los países donde se ha implementado, pero se ha pagado al precio de muchas vidas perdidas y muchos años de sufrimiento.

Y ¿quién dijo que la desigualdad es mala? La desigualdad es inherente al género humano porque, por naturaleza, todos somos distintos. Piense usted, qué tal que todas las mujeres fueran iguales, o que todos los futbolistas jugaran como Messi. ¿Qué gracia? En el Chocó parece que no hay mucha desigualdad, pero pulula una pobreza generalizada en la que carecen de todo. En cambio, hay lugares donde no hay pobreza, como el barrio El Poblado, en Medellín, el que tanto critica Petro, aunque las desigualdades sean evidentes: muchos no tienen carro, pero otros andan en Ferraris o en camionetas blindadas; muchos viven en pequeños apartamentos de 60 metros, mientras que otros habitan casas de 600 metros; unos van de paseo a Santa Fe de Antioquia cada tantos años, otros hasta tienen avión privado y se dan sus escapaditas cada  fin de semana.

Sin embargo, todos tienen buenos servicios públicos, todos han tenido acceso a los mismos servicios de salud en excelentes clínicas a través de las mismas EPS, todos tienen a la mano las mismas ofertas educativas y demás. Pero, lo más importante del caso es que estas personas han gozado de igualdad ante la ley, además de que se han valido de las mismas formalidades legales y las mismas reglas y libertades para crear riqueza con tan diversos grados de éxito que los hace ser muy desiguales aunque no haya pobres.

Claro que para un comunista doctrinario como Petro, es mejor vivir en Andagoya (Chocó) que en El Poblado, siempre y cuando él y su familia vivan en su rancho de 5.000 millones en Chía (Cundinamarca). Pero hay que tener muy claro que la izquierda, en general, no crea riqueza, la destruye, la carcome. Oscila entre ahorcar al sector productivo con impuestos para repartir pródigamente la plata de los demás hasta que se acaba y destruir el sector productivo para malvivir de migajas y sin mayores expectativas. El resultado siempre es el mismo: miseria absoluta, a menos que uno sea parte de la ‘nomenklatura’.

Por hacerle el juego a esto, ocho millones de venezolanos han tenido que salir de su país a buscar un semáforo dónde conseguir el sustento de sus familias. Los comunistas chinos fueron menos hipócritas y abrazaron el capitalismo porque es el gato que sí caza ratones. ‘Ser rico es glorioso’ dijo Deng Xiaoping hace 50 años, pero aquí todavía hay gente que quiere votar por los que le apuestan a la pobreza dizque para ser iguales; para que no haya esclavistas, solo esclavos.

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