Habemus Papam

Habemus Papam

Bienvenido, Su Santidad León XIV, digno continuador de uno de los grandes papas de todos los tiempos, León XIII, autor de la célebre encíclica Rerum Novarum que es la pieza central de la Doctrina Social de la Iglesia.

En uno de sus libros que cité hace poco, el padre Robert Spitzer S.J. la sintetiza a través de los siguientes principios:

-La dignidad intrínseca y trascendente de cada ser humano.

-El bien común.

-La destinación universal de los bienes.

-La subsidiariedad.

-Participación en la democracia.

-La solidaridad.

La Doctrina Social de la Iglesia, formulada a partir de la Rerum Novarum a través de una serie de importantísimas encíclicas papales, ha tenido notables desarrollos en el mundo contemporáneo. En Colombia ha servido de inspiración de nuestro Derecho Social, que no es como cree el comunista que nos desgobierna un estatuto esclavista, sino protector de los trabajadores, pero consciente de la necesaria armonía obrero patronal. Las Cajas de Subsidio Familiar y el Sena, por ejemplo, surgieron de iniciativas de dirigentes empresariales imbuidos de esos sanos principios, los cuáles han inspirado además en el sector patronal líneas de acción conducentes a un sano entendimiento con los trabajadores, De ello doy testimonio por haber trabajado durante ocho años en la Andi y haber sido asesor jurídico en campos diferentes al laboral en empresas como Nutresa, en la que he sido testigo de la fidelidad y hasta de la mística de sus trabajadores. Las universidades católicas, especialmente la UPB en la que serví como profesor a lo largo de unos 40 o más años, han contribuido a formar empresarios y ejecutivos conscientes de su misión de enaltecer el trabajo y contribuir al bienestar de sus servidores.

El tema laboral está hoy en el orden del día con iniciativas que bien podrían ser materia de concertación entre los sectores interesados si no fuera por el prurito de utilizarlas como arietes para activar un proceso revolucionario comunista, que es lo que en el fondo se propone el que hoy nos desgobierna.

La Doctrina Social de la Iglesia está inscrita en el ideario de la Democracia Cristiana, cuyo papel en la reconstrucción de Europa occidental después de la II Guerra Mundial ha sido decisivo. Ella fue un vigoroso dique de contención del movimiento expansivo del comunismo que a la sazón alentaba la URSS.

La superficialidad de los medios de comunicación social insiste en examinar los asuntos de la Iglesia a la luz de categorías que podrían ser útiles para entender los procesos políticos, pero resultan inadecuadas para captar las tendencias de la Iglesia. El progresismo, para ésta, no puede tener otro significado sino en los órdenes espiritual y moral, mas no en los de la depravación que la contemporaneidad valora como emancipación. 

Vuelvo al padre Spitzer S.J. para recabar en una inteligente distinción que plantea entre la regla de plata de la ética, que ordena que no hagamos a los demás lo que no queremos que se nos haga a nosotros, y la regla de oro del Evangelio, que va más allá de la justicia de los gentiles y ordena que hagamos todo el bien que esté dentro de nuestras posibilidades. La primera es una ética de la abstención; la segunda lo es de la acción. La misión evangelizadora va muchísimo más allá de no hacer mal a los otros. El Reino de Dios, que ya está en nuestro interior, se debe proyectar como el grano de mostaza o la sal de la tierra para fecundar toda la vida social. El progresismo en sentido religioso significa avanzar en las virtudes. La misericordia con el pecador no consiste en aplaudir sus errores, sino en invitarlo a que los corrija. Cuando el Señor perdonaba lo hacía con la recomendación de no seguir pecando.

La Iglesia cuenta hoy con un Papa misionero. Muchos países hoy descristianizados constituyen tierra de misión. El nuestro, que padece una insoportable crisis moral bajo una dirigencia que ha abandonado los más elementales principios del decoro y una población en la que la familia prácticamente se halla en vía de disolución, necesita una guía espiritual que verdaderamente lo ordene y no lo desoriente. 

¡Qué dolor se siente al contemplar que el corrupto desgobierno que nos conduce hacia el caos haya encontrado abiertas las puertas del Vaticano! Es indicio grave de la advertencia que hizo el hoy santo Pablo VI acerca de cómo el humo de Satanás se había filtrado en el recinto de la sede apostólica.

Ya me referiré en posteriores escritos a los distintos aspectos de la crisis que padece hoy la Iglesia. Me resta declarar que el nuevo Pontífice suscita alentadoras esperanzas acerca del futuro de nuestra amada  santa madre Iglesia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *