Unidad para derrotar a Petro

Unidad para derrotar a Petro

No deja de ser un fenómeno extraño el que Petro conserve un apoyo de cerca del 30% según casi todas las encuestas. De hecho, en momentos en los que su gobierno hace agua y atraviesa todo tipo de dificultades, escándalos y roces internos, la aprobación de su desempeño no solo se mantiene sino que mejora. En la de Invamer acaba de alcanzar el 37%. ¡Increíble!

Mucho se ha dicho que la izquierda en Colombia puede ser de un tercio de la población y, por lo que vemos, a diferencia del centro y la derecha, a sus seguidores no les importan los resultados y el comportamiento de sus líderes para seguir apoyándolos. Es que tras 1.000 días de una administración desastrosa, Petro debería estar por debajo del 20% de favorabilidad, nivel al que bajó en muchas encuestas el inefable Juan Manuel Santos y por el que también se asomó Iván Duque. Sin duda, el hecho de que Petro se mantenga por encima del 30% a estas alturas es casi un chiste que no provoca risas sino una gran preocupación.

Por eso, es una necesidad que la oposición llegue a primera vuelta con un sólo candidato y nos dejemos de juegos narcisistas. No es momento de alimentar la egolatría de nadie sino de entender que la izquierda, con o sin Petro, arranca con un case de un tercio de los votantes, mientras los candidatos de la oposición se estorban entre sí como los enanitos toreros.

No podemos dejarnos engañar por la mediocridad de las marchas del 1º de mayo. Es cierto que la Plaza de Bolívar no se llenó. Es cierto que, para meter miedo, Petro tuvo que llevar una turba de 20.000 indígenas que no lo desamparan porque en 30 meses les ha regalado más de 700.000 millones de pesos para sus líderes, que andan en camionetas blindadas a pesar de la pobreza de sus comunidades. Es cierto que desde Palacio obligaron a marchar a funcionarios públicos dependientes de la Presidencia, como son los de los ministerios, las superintendencias y los entes descentralizados, que es donde esta administración ha incrementado tremendamente la burocracia. De manera que fue otra marcha de papel.

Pero también es cierto que Petro está regalando plata a diestra y siniestra y que tiene las arcas llenas de fondos que no ha ejecutado. Como sabemos, sus niveles de ejecución son pésimos, y ahí están esos recursos engordando fideicomisos mientras llega la hora de gastarlos comprando votos. Entretanto, la gente está siendo convenientemente engrasada con programas de subsidios como ‘Devolución del IVA, ‘Renta ciudadana’, ‘Colombia mayor’ y ‘Renta joven’. Además, a partir de junio, más de 2,5 millones de ancianos mayores de 65 años recibirán un bono pensional de 223.800 pesos mensuales creado por la reforma pensional. Esos son millones de votos que el petrismo tiene amarrados con longaniza.

Que no nos engañe tampoco el cuento de que a Petro se le dio una paliza en las elecciones regionales de octubre de 2023 y que, ante tan bajo rendimiento de su Gobierno, el triunfo de la oposición se debe repetir. Cuidado, son dos tipos de elecciones muy distintas. Y que la muy segura derrota de Petro en la Consulta Popular no nos haga confiar demasiado porque es un umbral muy difícil de alcanzar, sobre todo en un país tan abstencionista. Y una cosa es salir derrotado por cuestiones de mecánica electoral y otra, muy distinta, por no convencer al electorado. La Consulta es populista y se basa en el odio de clases. Los que no estamos de acuerdo somos calificados de  “esclavistas”, así como Santos nos llamaba “enemigos de la paz” por no apoyar el plebiscito  de las Farc en 2016.

Por demás, el hecho de que Petro se reelija no sería raro tratándose de un gobernante para el que parece que no hay ley, que hace lo que le da la gana sin que nadie le pare el macho, que se pasa la ley por la faja como se le viene en gana y no hace más que amenazar a todo el mundo. Pero, si no pudiere, la izquierda tiene figuras de remplazo que marcan bien en las encuestas, como ese discípulo suyo que le dice “lo amo, presidente”. Así que, si no nos pellizcamos, esta gente se nos va a montar, al menos, otros cuatro años en los que continuará la destrucción del país, y se llegará al punto de no retorno, poniéndonos a la par de cualquier Cuba o Venezuela.

La izquierda está muy organizada para dar el zarpazo. Recuerdo que, en uno de sus libros, Yuval Noah Harari, trae a colación el dato de que los bolcheviques apenas eran como 20.000 gatos bien organizados que se impusieron en un país que tenía 180 millones de almas sobre las que implantaron un régimen criminal que duró más de 80 años y cobró la vida de alrededor de 50 millones de personas.

En fin, no se puede perder más tiempo. Aunque, tal vez, la salvación la tengamos ya en el campo de lo mágico y lo sobrenatural. Acaso Petro se haya hecho el haraquiri al desenvainar la espada de Bolívar, al exhibir su bandera de “guerra a muerte”, al invocarlo sin ton ni son hasta para ir al baño. Le pasó a Chávez que cuando se puso a jugar con sus huesos, le apareció un tumor del tamaño de una pelota de béisbol. Hay cosas con las que no se juega.

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