Es muy posible que Petro y la ladrona Laura Sarabia desconozcan a Nicolás Gómez Dávila, luego no deben haber leído nada de él o sobre él.
El gran pensador colombiano -quizás el más agudo que ha tenido ese país-, fue un crítico feroz del progresismo y del modernismo. En sus célebres Escolios se hace evidente la influencia de las ideas conservadora de De Maistre, aquel filósofo que afirmaba que los grandes crímenes políticos han sido cometidos siempre en nombre de principios generosos.
El régimen colombiano tiene como fuente de inspiración intelectual a sujetos brutales como el autor de narconovelas Gustavo Bolívar, y como faro moral al genocida y violador de menores Carlos Pizarro.
Al repasar los textos de Gómez Dávila, se encuentra una sentencia que parece inspirada por la nueva canciller petrista. “Hay que cuidarse de quienes se dice que tienen mucho mérito. Siempre tienen algún pasado que vengar”. Sarabia no es poseedora de una inteligencia superior, ni se trata de una erudita, ni mucho menos de una persona culta.
Seria una necedad desconocer que es hábil, como lo son los asaltantes profesionales que entran a los museos en medio de la noche y logran sustraer una valiosa obra de arte sin que las alarmas se activen.
Tampoco es acertado soslayar su oceánica ambición. Estudió en un colegio público para hijos de miembros de las Fuerzas Militares, pues su padre era sargento de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC y su madre, mecanógrafa adscrita al Ministerio de Defensa Nacional. Hizo sus estudios de Ciencia Política en la Universidad Militar y tan pronto obtuvo el título empezó a trabajar en el ministerio de Defensa en un cargo muy bajo. Conoció al delincuente Armando Benedetti quien primero la vinculó al partido de La U y luego la trasladó a su unidad de trabajo legislativo. Allí estuvo hasta 2022.
Como asistente de Benedetti, Sarabia protagonizó un asqueroso episodio con una compañera de trabajo. Efectivamente, y tal como revelaron en exclusiva LOS IRREVERENTES, un día cualquiera la nueva jefa de la diplomacia colombiana, cual carterista de baja estofa, robó la billetera de la secretaria privada de Benedetti, Elsy Mirella Pinzón, una mujer humilde que percibía un salario de menos de $5 millones de pesos.
Sarabia extrajo una tarjeta de crédito de Falabella y la utilizó, según el testimonio de Pinzón, para hacer una miserable compra de $400 mil pesos. Cuando fue descubierta, Sarabia reconoció el hecho y procedió a reembolsar los recursos.
Ahí se evidencia la baja ralea de la nueva ministra del petrismo, diseñada a la perfección para exhibir ante el mundo la decadencia moral gobierno colombiano.
Oiga el audio de la declaración de la víctima del atraco:
Álvaro Leyva Durán ha transitado con soltura los terrenos más oscuros de la delincuencia, relacionándose con capos del narcotráfico, terroristas, homicidas y criminales de lesa humanidad. Quien ha visto tanta podredumbre ya no se estremece con facilidad.
Por eso es preocupante una reciente publicación suya, en la que asegura que “en un momento dado me acerqué al abismo de su alma [de Sarabia]. Allí asustan. ¿Ascendió porque conoce demasiados secretos non santos (sic) de hechos de los cuales hizo parte y lo está cobrando?… ¿Será el anticipo de algo más de fondo para lo cual los colombianos nos debemos preparar?”
Leyva, que era el consejero del terrorista Raúl Reyes, el contertulio favorito de Tirofijo, que amasó una formidable fortuna haciendo negocios con mafiosos, debe tener un buen olfato para detectar malhechores.
Si hasta el viejo consejero de la narcoguerrilla siente temor de Laura Sarabia, es porque la peligrosidad de la oscura canciller no es un asunto menor.
Publicado: febrero 5 de 2025