Todo es una gran farsa. A Petro le tiene sin cuidado que los deportados de los Estados Unidos sean enviados bajo estrictas medidas de seguridad a Colombia.
Lo del pasado fin de semana, cuando puso en grave riesgo las relaciones de Colombia con los Estados Unidos, fue una burda pantomima. Petro, como buen socialcomunista, necesita encontrar enemigos internos y externos para desviar la atención de sus gobernados.
Para evitar que los colombianos no se fijen en la desbordada corrupción de su régimen, ha puesto en marcha una campaña de desprestigio y de promoción del odio hacia los Estados Unidos.
Petro es un criminal nato. Un delincuente de la peor calaña, un pérfido al que le tienen sin cuidado las demoledoras consecuencias que traería para su país y para sus connacionales una crisis de gran envergadura con los Estados Unidos. El señor presidente Trump es un líder recio que no se pone con rodeos. Si Petro continúa desafiando los intereses y la seguridad de los Estados Unidos, la retaliación será despiadada y la ruina de Colombia irreversible.
¿Alguien puede creer que a Petro le conmueve el hecho de que los deportados viajen con esposas en pies y manos? Lo primero: es una medida necesarísima. La totalidad de los que abordan esos aviones están allí contra su voluntad. Es evidente que las autoridades tienen que garantizar la seguridad del vuelo.
Las personas de bien tienen currículo; sujetos como Petro, forjado en las filas del terrorismo, ostentan prontuario.
En su primera juventud, en vez de formarse académicamente, adquirió destreza en extorsión, establecimiento de retenes ilegales, incendio, asonada, secuestro y demás atrocidades por las que la banda terrorista M-19 era admirada por Pablo Escobar, capo del narcotráfico que tuvo en ese grupo un brazo armado.
La historia de José Raquel Mercado
El M-19 fue una de las bandas más sanguinarias y peligrosas del hemisferio occidental. Sus cabecillas -Petro asegura que él hizo parte de la “dirigencia” de esa organización- eran unos psicópatas despiadados que introdujeron en Colombia el peor de los delitos contra la dignidad humana: el secuestro.
El 15 de febrero de 1976, un comando terrorista del grupo de Petro secuestró al dirigente sindical José Raquel Mercado. Era un hombre humilde, negro y pobre. Era un seguro defensor de los derechos de los trabajadores. Se afilió a la CTC -Confederación de Trabajadores de Colombia-, una central sindical fundada en el año 36 del siglo pasado, durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo.
Mercado, un cartagenero nacido a comienzos del siglo XX empezó como bracero en los muelles del terminal marítimo de la capital de Bolívar. Sus limitaciones económicas le impidieron acceder a una formación académica. Pero era un hombre muy inteligente, comprometido y fiel a sus ideas de izquierda democrática.
Repudió al comunismo. A comienzos de los años 60, cuando había escalado en el sindicalismo colombiano, propició la expulsión de todos los comunistas de las centrales obreras del país. Logró que su iniciativa fuera acogida por la CTC y por la UTC -Unión de Trabajadores de Colombia-. Los salvajes intolerantes del M-19 le cobraron con la vida su firmeza en la defensa de la democracia.
Mercado estuvo en poder de los bandidos del M-19 durante dos meses y 4 días. Alegaron que sería sometido a un juicio revolucionario en el que el humilde Mercado debía responder por cuatro “delitos”: representar los intereses de la oligarquía; traicionar a los trabajadores, entorpecer la lucha obrera y, finalmente, ser un agente al servicio de los Estados Unidos, particularmente de la CIA.
Desde siempre el M-19 en general y Petro en particular, han odiado a Norteamérica, a sus dirigentes, a sus empresas y a sus ciudadanos.
José Raquel Mercado permaneció encadenado, era diariamente torturado. Sus secuestradores defecaban sobre él. Fue sometido a los peores vejámenes.
El 19 de abril de 1976, día en el que la banda narcoterrorista conmemoraba su aniversario, “celebraron” la fecha pegándole un tiro de gracia al desdichado dirigente sindical. Su cadáver fue tirado en una glorieta en las cercanías del aeropuerto El Dorado de Bogotá.
La crónica de la tragedia que vivió José Raquel Mercado, indica que el grupo ilegal de Petro no mostraba ningún respeto por la vida y la dignidad humana, esa misma que hoy se esgrime falsamente para defender a unos deportados que a Petro no le importan, pero sí su situación para provocar al presidente de los Estados Unidos, país al que el gobernante colombiano desde siempre ha querido perjudicar.
@IrreverentesColPublicado: enero 31 de 2025