“Siempre habrá pobres entre nosotros”, dijo Jesús de Nazaret. La pobreza no es mala, lo malo es la miseria. Y esa es la que queremos combatir, la miseria del hambre, la miseria del que se acuesta sin probar bocado alguno.
Y que es preocupante y de vieja data porque ya 1889, hace 135 años, el presidente Núñez le decía a doña Soledad Román, que le preocupaba que había cartageneros que se iban a la cama sin comer nada en todo el día. Pues hoy en el año 2024, esa cruel situación persiste, y en vez de decrecer, crece preocupantemente, luego algo malo estamos haciendo.
Impulsados por mi persona y Salvo Basile iniciamos una lucha frontal contra el hambre, cuya inspiración fue el arzobispo Jorge Enrique Jiménez, un hombre que le brota la bondad en su mirada mansa, y creamos junto con Agripina Perea, en San José de Los Campanos la Fundación Corazón Contento.
Nos pusimos en la tarea de recoger con los amigos toneladas de alimentos. Iniciamos en el 2019 dando almuerzos a 50 niños, y hoy la tragedia del hambre es tal que entregamos casi 1.000 diarios. Entregados en nuestro propio comedor, en el que tenemos 360 niños, y en cinco comedores de fundaciones amigas, dándole alimentos crudos para que los cocinen en sus propios comedores. Todo esto lo que señala es que la solución al hambre no está en el asistencialismo, el que de todas maneras hay que practicar porque el drama del hambre es aterradora.
En la extraordinaria reunión denominada “la junta de las juntas” donde asistí como vice presidente de la Lonja de Propiedad y Raíz de Cartagena y Bolívar, y donde asistió lo más connotado de la clase empresarial de la ciudad, junto con las grandes fundaciones que cumplen a cabalidad con su responsabilidad social, quedo claro, y que es orgullo patrio, que es mucho lo que empresarialmente se ha avanzado, pero que paradójicamente el hambre persiste dramáticamente en gran parte de la población cartagenera.
Mientras tanto tenemos que revisar nuestros planes de desarrollo, que el de Cartagena debe ser muy especial por su condición de origen afro, porque no solo hay que dar el pescado sino enseñar a pescar, haciendo énfasis en la educación. Y que liderados por el alcalde, en conjunto con la masa empresarial y sus fundaciones, unir el esfuerzo de todos para combatir este flagelo, y no con base en el asistencialismo, sino diseñando un programa de “agricultura urbana” para que sea posible que cada hogar, produzca sus propios alimentos.
Ya existe un plan para combatir la miseria, que es ley de la Republica gracias al exsenador Fernando Araujo, cuyos rubros son descomunales, tanto que está planteada para que su efectividad se consiga en el 2.033. Mientras tanto la gente se acuesta sin comer.
Es doloroso decirlo, pero el mapa de la miseria coincide exactamente, como una sombra nefasta sobre el mapa de la delincuencia.
Publicado: octubre 22 de 2024