Algunos dicen que Petro está desesperado, que su incapacidad para gobernar lo ha llevado a la radicalización de su discurso, palabras que delatan su incompetencia y falta de liderazgo.
Es posible que esa lectura sea acertada. Pero lo cierto es que el presidente de Colombia, al margen de su ostensible debilidad, es un sujeto peligroso que no se puede subestimar.
En la reciente convención de su organización política, concentró su discurso en alentar, una vez más, el odio contra quienes se oponen a su régimen socialcomunista.
Su mensaje es preocupantemente parecido al de Nicolás Maduro, quien justificó el fraude que perpetró hace pocas semanas, diciendo que a él lo quieren sacar del poder por no proceder de una familia con abolengos y apellidos.
Petro dijo que la oposición lo ataca por el color de su piel (¡!). “¿No le gritan a Petro los ricos del país, ‘fuera Petro’? ¿No están reproduciendo el mismo mensaje que lanzaron cuando mataron a cinco mil militantes de la Unión Patriótica? Son los asesinos, los mismos que gritan ‘fuera Petro’. Porque es que no se pueden aguantar que alguien con ‘café de leche’ en la piel (sic), que no es de sus familias y que no le interesa ser de sus familias, ni conquistarse una esposa de sus familias, ni meterse a sus clubes, ni comprar a sus acciones, que les ha exigido hablar de tu a tu y mirando a los ojos y de frente, y no con la puñalada trapera a la que estaban acostumbrados, no se lo aguantan como presidente de la República…”.
Cerró la encendida frase asegurando que que lo que él llama “oligarquía colombiana” está “acostumbrada al asesinato y a la exclusión”.
Una lectura reposada de la intervención del presidente de Colombia lleva ala conclusión de que, en criterio suyo, quienes ejercen la oposición legal son asesinos, excluyentes y oligarcas. Olvidó que poco menos de la mitad de los colombianos votaron en su contra en 2022 y que, pasados más de 24 meses de gobierno, más del 70% de los ciudadanos desaprueban su gestión.
Y el rechazo no se debe a su origen, sino a su estilo pendenciero, a sus formas burdas, a su estilo camorrero y a su palmaria incapacidad administrativa.
No son pocos los electores de Petro que hoy se declaran consternados por su manera de gobernar. Aliados políticos de otrora no ahorran palabras ni argumentos para descalificarlo.
Su origen terrorista comprueba su irremediable intolerancia. Acostumbrado a imponer su voluntad a punta de fusil y dinamita, es incapaz de comprender las normas elementales de la vida en democracia.
Durante algún tiempo, aseguró que sus rivales eran “mafiosos”. Hoy, ha doblado la apuesta al graduarlos de asesinos. El siguiente paso será la aniquilación física, el encarcelamiento o, en el mejor de los casos, el destierro de aquellos.
Publicado: agosto 22 de 2024