En 2026 no habrá elecciones

En 2026 no habrá elecciones

Que el mercenario Carlos Alonso Lucio, un criminal nato, un delincuente que ha estado involucrado con todas las estructuras terroristas posibles, sea catalogado como un analista fiable para comprender al petrismo, es una muestra de la podredumbre moral que carcome a Colombia.

No hace falta que Lucio o su “esposa”, la corrupta Vivianne Morales, adviertan sobre la inminente perpetuación de Petro en el poder. Esos individuos, que no han sido castigados por la justicia, merecen ser sancionados por la sociedad y condenados al ostracismo. 

Superado el asunto de esa pareja de hampones, es menester enfocarse en algo que es tremendamente preocupante: la creencia, en grado de certeza, de que en 2026 no habrá elecciones presidenciales en Colombia.

El mecanismo que utilice Petro para darle un zarpazo a la democracia, es lo de menos. Lo importante es el qué y no el cómo.

Debe reconocerse que el presidente de Colombia es un tipo muy hábil. No en vano creció y forjó su personalidad en las filas del terrorismo. Sabe vivir en la clandestinidad, pero sobre todo tiene experiencia en la lidia de mafiosos, genocidas, salteadores de caminos y ejecutores de delitos varios. Con todos ellos ha hecho causa común a lo largo de su vida. 

Para alguien capaz de asesinar, descuartizar, violar, desaparecer, extorsionar, secuestrar, desconocer el límite de un periodo presidencial es cosa de niños. Al decir popular, quien puede lo más, puede lo menos. 

Y para tener a la maniquea clase política colombiana ocupada, Petro se ha encargado de lanzar globos al aire. Un día asusta con el coco de la constituyente, al otro rompe relaciones diplomáticas con Israel, luego desaparece para entregarse a sus vicios y depravaciones. A los pocos días vuelve a saberse de él por cuenta de alguna arbitrariedad, o de una amenaza contra los empresarios colombianos. 

Mientras tanto, su familia y colaboradores más cercanos andan muy ocupados conjugando el verbo robar en primera persona, tanto en singular como en plural y en presente de indicativo activo. 
No hay que caer en las trampas que pone Petro. Claramente intentará convocar una constituyente por decreto, o procurará pasarse por la faja las decisiones judiciales contrarias a sus intereses corruptos. Hay que estar muy atentos a lo que suceda con la discusión en la corte constitucional respecto de la recientemente aprobada reforma pensional, donde son evidentes los vicios de forma y de fondo, suficientes para que se decrete la inexequibilidad de esa norma. 

¿Petro acatará el fallo, o incendiará al país desde el balcón de la Casa de Nariño y ordenará que sus fuerzas de choque -la banda terrorista primera línea- monten un cerco alrededor del Palacio de Justicia? 

No dejará de polarizar, ni de amedrentar a los grandes empresarios y banqueros del país. 

Pero quienes dicen ser sus opositores sólo deben enfocarse en un asunto: evitar el golpe de estado y asegurar, en la medida de las posibilidades, que haya elecciones presidenciales libres en 2026. Quizás sea posible evitar que Petro se eternice en el poder. 

@IrreverentesCol

Publicado: junio 18 de 2024

2 comentarios

  1. Si los colombianos no le damos la importancia, y se actúa de manera diligente; entonces correrá peligro la democracia.

  2. INDUDABLEMENTE, NUESTRA DIRIJENCIA **CUELLOS BLANCOS, ** POR SUS AMBICIONES PERSONALES ** UD NO SABE QUIEN SOY YO* DIERON PIE Y BASE PARA QUE HOY TENGAMOS A UN DEGENERADO , DIRIGIENDO EL PAIS…DEBEMOS REACCIONAR DE UNA Y VOLVER A LA LOGICA CONVIVENCIA DE BUEN VIVIR SIN PERJUDICAR A NADIE, AL CONTRARIO COLABORANDONOS…

Los comentarios están cerrados.