Nadie lo quiere matar

Nadie lo quiere matar

No tiene porque sorprender a nadie que el socialcomunista Gustavo Petro le restara importancia y trascendencia a la monumental manifestación del pasado domingo en contra de su régimen.

Hace 20 años tuvo lugar la primera gran derrota de Hugo Chávez con ocasión de la votación del famoso referendo revocatorio. En aquella convocatoria, la oposición logró la mayoría y se abría la puerta para impedir que el tirano se eternizara en el poder. 

Chávez desconoció el veredicto ciudadano limitándose a decir que la oposición se había alzado con una “victoria de mierda”. ¡Tremendo talante democrático!

Minutos después de que culminaran las marchas contra su gobierno, Petro aseguró que solamente habían salido 250 mil personas en todo el país con el propósito de “derrocar el (sic) gobierno del cambio. Este proceso ya inicio (sic) y es un golpe blando que anule la decisión popular por el cambio en el año 2022”.

También dijo que “el proyecto democrático está en peligro. Aquí lo que quieren es tumbar al gobierno popular y matar el presidente (sic)”. 

En pocas palabras, para Petro, la marcha fue, al decir de Chávez, “una mierda”. La verdad es que hubo más de un millón de colombianos en diferentes ciudades del país manifestándose en contra del régimen.

No existe una sola evidencia de que se esté intentando derrocar al gobierno. De hecho, el remedio sería peor que la enfermedad. Ante una ausencia del presidente, tendría que asumir la brutal Francia Márquez. Y si Colombia está al borde del abismo con el gobernante que tiene, un eventual mandato de la vicepresidenta significaría la muerte de la República.

Que un imbécil en una marcha lance una arenga diciendo que hay que tumbar a Petro, eso no significa que esa sea la motivación real que compartan las cientos de miles de personas que participan en ella. 

Lo que los colombianos exigen es que el gobierno respete los fundamentos de la libertad, que no destroce el sistema de salud, que no se robe los ahorros de millones de personas que han confiado en el sistema pensional vigente, y que no continúe entregándole el país a los delincuentes.  

Ahora bien, y sobre aquello no puede haber dudas: a Petro se le respeta el mandato hasta las 3 de la tarde del 7 de agosto de 2026. Si a esa hora y ese día, no ha salido de la Casa de Nariño, el pueblo está habilitado para sacarlo a la fuerza. Se puede decir más fuerte, pero no más claro

Petro cacarea la legitimidad de su victoria, pero las pruebas que han aparecido demuestran que él ganó las elecciones a través de la financiación ilegal de su campaña. Si la nueva fiscal es independiente y no tiene compromisos con el gobierno, no tiene alternativa distinta que la de imputar y solicitar medida de aseguramiento contra el gerente de la campaña y actual presidente de Ecopetrol Ricardo Roa. ¿Lo hará? Lo cierto es que la doctora Camargo no tiene mucho tiempo para darle vueltas al asunto, porque las evidencias son demoledoras. 

Volviendo al reclamo de Petro de que hay interés en matarlo, además de ser un mensaje mentiroso, es peligrosamente irresponsable. Lo único que en efecto pone en riesgo la vida del presidente de Colombia, son sus desafueros en el consumo de alcohol y drogas. Y es él el único que puede controlar esa situación. 

@IrreverentesCol

Publicado: abril 23 de 2024