Hace un año y medio, Colombia se escandalizó cuando conoció los multimillonarios contratos que el hoy exfiscal Eduardo Montealegre y su segundo, Jorge Fernando Perdomo Torres le entregaron a dedo y sin que mediara licitación a quien se presentaba como una reputadísima experta en temas de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, Natalia Springer Von Schwarzemberg, una supuesta académica de rancio origen austriaco.
Desde la cabina de La FM, Springer se mostraba como una implacable juez moral de todos aquellos que defendieran a la política de Seguridad Democrática y para darle sustento a sus juicios, frecuentemente enrostraba una fingida preparación académica que según ella había recibido en los rigurosos claustros de las mejores universidades europeas.
Así mismo, el periódico El Tiempo, abrió de par en par sus páginas editoriales para que la “profesora” publicara semanalmente una columna. Para el periódico que fuera de la familia Santos era más que un honor tener en su nómina de columnistas a un verdadera descendiente de la nobleza austriaca, pues la doctora Springer, decía ella, era nieta de la baronesa Von Schwarzemberg.
Pero todo resultó ser una farsa, una puesta en escena, una impostura.
Natalia ni es Springer ni es Von Schwarzemberg. Es un alias que utiliza Natalia María Lizarazo García para engatusar y estafar a los incautos que se dejan seducir por su inventada biografía. Se trata en realidad de una mujer de origen muy humilde que llegó al mundo el 20 de mayo de 1974 en el hospital San José, una entidad de caridad ubicada en justo al frente de la Plaza España en el centro de Bogotá.
Su padre, con mucho esfuerzo logró sacarla adelante. Luego de que se graduara de bachiller en el colegio distrital Silveria Espinosa de Rendón –en la localidad de Kennedy, al suroccidente de la capital colombiana-, obtuvo una beca en la universidad de Los Andes.
En ese claustro académico, cuando estaba terminando sus estudios, conoció a un profesor austriaco de apellido Springer. Vio en él la oportunidad para la alcanzar su meta más anhelada: dejar de ser una humilde colombiana para convertirse en una reconocida extranjera.
Se casó a las carreras. Fue a una notaría y, alegando temas de seguridad que nunca pudieron ser probados, solicitó que le cambiaran el nombre. Ese día, murió Natalia María Lizarazo García y nació Natalia Springer. (Para conocer más sobre esta historia, puede leer “La impostora” y “La señora Lizarazo”).
Empezó entonces a crear la fábula con la que poco a poco fue engañando a Colombia, país en el que aún hay muchos parroquianos que se dejan tramar con un apellido extranjero.
Falsificó su hoja de vida, llenándola de maestrías y doctorados que sólo existen en su imaginación. Llegó al extremo de decir en una entrevista con un candidato a Fiscal General de la Nación que ella es “jurista, con doctorado en jurisprudencia”.
Por cuenta de los escandaloso contratos que le regaló el exfiscal Montealegre se descubrió que la empresa con la que hizo dicho trabajo era, literalmente, una compañía de papel. Todo fue una puesta en escena muy bien orquestada para robarse miles de millones de pesos del erario.
Como todos los rufianes que son agarrados con las manos en la masa, Springer, a quien toda Colombia empezó a llamar “la Tocarruncho”, cayó en desgracia.
Sus otrora amigos del alma la despidieron, sacándola por la puerta de atrás.
La fiscalía de Néstor Humberto Martínez investiga a fondo los contratos que ella tuvo con esa entidad, pues en criterio de muchos se trató de un peculado por apropiación desprendido de una celebración indebida de contratos. La investigación va muy avanzada y en el primer trimestre del año entrante habrá noticias sobre el particular.
Después de más de un año de silencio, la Tocarruncho aparece de nuevo, opinando en un portal de Internet. Seguramente está ambientando algún nuevo contrato con el Estado, pues llama la atención que su primera columna sea lisonjeando a Santos quien no tendrá ningún problema en concederle algún contrato en estos tiempos de implementación del acuerdo con los terroristas de las Farc.
Lo cierto es que el tiempo, para el caso de Natalia Lizarazo –o Springer- no será suficiente para que el país olvide que ella, a través de una empresa fantasma, se robó bastantes miles de millones de pesos.
@IrreverentesCol
Schoene Seite 🙂