La frágil y manipulable opinión pública colombiana está siendo agobiada por la campaña promocional del libro que publicará en las próximas semanas el delincuente Carlos Lehder, uno de los más peligrosos narcoterroristas de la historia reciente, y que fue liberado hace un par de años, permitiéndole la culminación de su asquerosa existencia disfrutando de un inmerecido perdón.
Lehder y sus socios del denominado cartel de Medellín fueron los responsables de la atonía moral que aún padece Colombia.
Se ha dicho que Pablo Escobar delató a Lehder quien fue capturado y extraditado por el gobierno de Virgilio Barco. Un ajuste natural de cuentas entre hampones.
Fue condenado a cadena perpetua más 136 años, sentencia que con el paso de los año le fue reducida. Injustamente para sus víctimas, ese psicópata, responsable de miles de asesinatos y de la inundación con cocaína de los Estados Unidos, fue liberado en junio de 2020 y enviado a Alemania, donde hoy vive plácidamente, gozando de parte de la fortuna mal habida que logró esconder de las autoridades.
Una sociedad civilizada le abre espacios a las victimas, no a los victimarios. De ellos no se debe leer su biografía, en la que seguramente se consignan reconocimientos de culpas, pero siempre se elevan justificaciones inaceptables.
De los antisociales sólo debe haber noticia a través de sentencias condenatorias que contra ellos imponga la administración de justicia. Lehder, un orate, un degenerado y un criminal desalmado merece recibir desprecio social y el sometimiento a un absoluto ostracismo. Cada libro que se venda, será dinero para él.
Limpiar o blanquear a un bandido es como meterle una puñalada al alma de la sociedad que sufrió sus acciones ilegales. Lehder y sus lugartenientes se encargaron de pudrir los cimientos morales de Colombia. Ellos implementaron el macabro dilema del “oro o el plomo” para chantajear a quienes querían comprar. Miles de policías, de soldados, de jueces, de ciudadanos particulares fueron asesinados por acción directa de esos rufianes, a los que ahora los grandes medios quieren absolver con homenajes disfrazados de reportajes.
Ese episodio de Lehder es vergonzoso. Una nueva mácula para el honor de la República. Que nadie se sorprenda cuando aparezca una narconovela de Gustavo Bolívar exaltando a ese capo, o que Petro resuelva nombrarlo como gestor de paz.
Publicado: enero 16 de 2024