Por estas épocas se siente mucho que la sociedad en general le basta con buscar en las redes sociales para encontrar la verdad. Dónde quedaron esas investigaciones del periodismo de antaño y de la misma justicia que hoy pretende que quien ponga una denuncia llegue con la investigación ya hecha y terminada.
Atrás quedaron los tiempos donde el periodismo investigativo destapaba las ollas podridas de la corrupción. Hoy en día en su mayoría quieren que les lleven todo mordidito y organizado. No hacen el más mínimo esfuerzo para hacer el trabajo bien hecho. Como se explica que en el viaje de Petro a Francia donde viajaron más de cuarenta periodistas se les desapareció por tres días habiendo viajado en el mismo avión y quedándose en el mismo hotel. Ninguno se dio cuenta. O la realidad es que algunos sí se dieron cuenta, pero lo encubrieron. Tambien hay mermelada periodística.
En alguna oportunidad le pregunté a algunos periodistas sobre un caso de corrupción muy sonado las razones por las cuales la prensa no sacaba nada ni ahondaba más en el tema. En esas me preguntaron que si yo tenía pruebas. Les dije que no, que yo no era investigador. A lo que ellos dijeron que si no había pruebas que les entregara, ellos preferían pasar callados. Qué pena, pero qué falta de profesionalismo y de ganas de triunfar.
Algo parecido me parece que está pasando con las denuncias que han puesto ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes contra Petro. Los miembros de la comisión pretenden que los demandantes les lleven todo organizado. Y así no debe ser. Ellos deberían empezar la investigación con todo el rigor posible, empezando por llamar a todos los testigos que sean necesarios para entender lo sucedido y llegar a la verdad.
Existen muchos indicios sobre la entrada de recursos a la campaña de Petro, no sólo provenientes de personas de dudosa reputación, sino ingresos y gastos que quedaron al parecer por fuera de la contabilidad de la campaña. Para llegar a la verdad, se debe llamar como testigos a las personas que supuestamente consiguieron o recibieron esos recursos, personajes como Nicolas Petro, Santander López Sierra, Ricardo Roa, Armando Benedetti y Laura Sarabia, entre otros. Que bajo la gravedad de juramento cuenten lo que verdaderamente pasó. La comisión no puede pretender que quienes pusieron la denuncia hayan hecho su trabajo.
En el caso particular de Nicolás Petro, él ya, bajo la gravedad de juramento, lo dijo en la Fiscalía. Otra cosa es que ahora se quiere retractar de lo dicho aduciendo que lo obligaron. Su retiro como colaborador de la justicia no invalida lo ya testificado.
Ya la comisión de acusaciones durante el gobierno de Ernesto Samper, comandada por el nefasto Heine Mogollón, absolvió al primer mandatario sin pena, ni gloria. Ahora esta comisión con Petro tiene la oportunidad histórica de reivindicarse y demostrarle al país que la justicia sí existe, que no es solo para los de ruana. Asusta la coincidencia que el hoy presidente de la Comisión de Acusaciones, Wadith Manzur, perteneciente al hoy llamado petro-conservatismo, sea representante por el departamento de Cordoba, como en su momento lo fue Mogollón. Ojalá el representante Manzur entienda la trascendencia histórica de sus actos para su futuro y el de la Nación que Dios le puso a bien en su camino.
La sociedad civil tiene que hacer presión para que se realice el juicio contra Petro en la Comisión de Acusaciones, que sea justo, que se pueda demostrar la inocencia o la culpabilidad del acusado, pero que de todas maneras prevalezca la justicia por encima de las malas prácticas políticas.
Publicado: diciembre 18 de 2023