Argentina libre y España sometida

Argentina libre y España sometida

La libertad avanzó. La contundente victoria de Javier Milei en Argentina es un bálsamo y una señal de esperanza para Hispanoamérica, región mayoritariamente sometida al neocomunismo bolivariano.

La epopeya de Milei es el reflejo de la saturación del pueblo argentino con lo que él acertadamente llamó “la casta”, en referencia a la mafia kirchnerista, incrustada en el poder desde comienzos de siglo. 

Milei se impuso en los bastiones más importantes del peronismo. Hasta en la provincia de Buenos Aires, donde todos los pronósticos apuntaban a que Milei sería implacablemente derrotado por Sergio Massa, el resultado no fue el esperado por el oficialismo. 

Esa provincia era definitiva para Massa y el pueblo, en buena hora, le dio la espalda. 

La campaña del miedo promovida por el kirchnerismo tuvo un efecto contrario. Las mentiras contra Milei fueron desproporcionadamente burdas, y no lograron contener a la masa popular que estaba decidida a ponerle punto final al régimen responsable del acelerado empobrecimiento de millones de personas. 

Los argentinos querían recuperar la libertad perdida, y lo lograron. Le llegó la hora a la corruptela liderada por la bandida Cristina Fernández de Kirchner.

Con el 86% de las mesas contabilizadas, Milei obtuvo el 55.95%, mientras que Massa se quedó con el 44.04%. 

Gustavo Petro también perdió. Metió sus sucias manos en la campaña argentina haciendo sindicaciones temerarias y miserables contra el nuevo presidente de ese país. 

Si tiene un mínimo de dignidad y concepto del honor, el presidente de Colombia, además de felicitar al ganador, tendrá que hacer una retractación pública de los señalamientos contra Milei. ¿Lo hará, o en cambio anunciará la ruptura de las relaciones diplomáticas con Argentina?

Que Argentina sea el primer capítulo de la desaparición del nefando socialismo del siglo XXI, corriente perversa que se ha traducido en corrupción, miseria, falta de oportunidades y pérdida de libertades. La región necesita muchos Bukele y muchos Milei que erradiquen a la “progresía” retardataria que liquida los valores de la democracia. 

España, en manos del socialcomunismo

La semana pasada se consumó lo que venía enervándose después de las elecciones generales del 23 de julio en España en las que la derecha, a pesar de haber ganado, no obtuvo los escaños suficientes para formar gobierno. 

En cambio, el siniestro Pedro Sánchez, capaz de hacer pactos hasta con el diablo, logró lo impensable: armar una coalición que parece una colcha de retazos en la que está su partido, e PSOE, la extrema izquierda agrupada en una estructura denominada SUMAR -en la que están izquierdistas de todas las pelambres-, el brazo político de la banda terrorista ETA y los independentistas vascos y catalanes. 

A la pócima le faltaban unos pocos escaños que sólo podían ser proveídos por una formación. Se trata del partido separatista, xenófobo y de extrema derecha patrocinado por Putin que lidera el catalán fugitivo de la justicia, Carles Puigdemont.

Sánchez embaucó a los españoles con el cuento de que haría un gobierno para darle cuatro años más a las políticas “progresistas” que ha implementado, pero para hacerlo le pignoró el futuro de la unidad de su país a un grupo político cuyo cabecilla huye de la ley por haber dado un golpe de estado al declarar la “independencia” de Cataluña en 2017. 

Con ocasión del debate de investidura que tuvo lugar los días 15 y de 16 de noviembre, quedó claro que el precio que pagó Sánchez por los siete votos de los separatistas catalanes fue la presentación y aprobación de una ley a todas luces inconstitucional de amnistía para salvar a Puigdemont y a otros delincuentes de sus deudas con la justicia. 

Con la expresión de que “hay que hacer de la necesidad, virtud” Sánchez, con toda desfachatez, expuso ante los 48 millones de españoles sus planes de amnistía. En palabras simples: el fin justifica los medios. 

Sánchez alcanzó su objetivo, pero a un costo social que ni él mismo calculó. Desde hace más de un mes, todos los fines de semana se han convocado manifestaciones en distintas ciudades de España. La última, el sábado 18, congregó a más de un millón de madrileños en la emblemática plaza de Cibeles. 

Así mismo, desde hace más de quince días, todas las noches miles de personas en ciudades y pueblos, se aglutinan frente a las sedes del PSOE para alzar su voz de protesta contra los planes que lidera el partido del nuevo jefe de gobierno.

Voces autorizadas de la política española califican las acciones de Pedro Sánchez Pérez-Castejón como un golpe de Estado. Las concesiones al partido de Puigdemont son la cuota inicial de una serie de medidas que ponen en grave riesgo la unidad de España. Pareciera que al presidente de gobierno le importa muy poco que su país sea despresado como si fuera un pollo. 

Lo cierto es que, a pesar del elevadísimo precio que se ha pagado, la izquierda hispanoamericana reunida en el grupo de Puebla podrá seguir contando con el patrocinio y el respaldo del régimen español. Un puntal importantísimo para el plan expansionista del modelo bolivariano-mafioso que se expande por toda la región.   

@IrreverentesCol

Publicado: noviembre 20 de 2023