Como las cucarachas, el expresidente Samper intenta meterse por cuanta rendija se le cruza por delante, para mantener vigencia en la sociedad colombiana, esa misma que lo desprecia y repudia desde el mismo instante en que se conocieron las pruebas de su maridaje con el narcotráfico.
La llegada del socialcomunista Petro al poder se convirtió en una estupenda plataforma para Samper, socio dilecto del denominado ‘Cartel de Puebla,’ organización que agremia a los testaferros políticos del narco en Latinoamérica.
Su incontrastable cariño por el hampa, lo ha entronizado como el principal validador y defensor de Petro. No importa el calibre de los cuestionamientos, ni el peso de las evidencias que se ventilen contra el mandatario de Colombia, Samper ha sido y seguirá siendo el primero en salir en su defensa.
Lo hace por conveniencia -habrá que mirar qué prebendas ha recibido del gobierno o qué empresarios representados por él han suscrito jugosos contratos con el Estado-, y por la convicción que une a los hampones. Ellos son expertos en protegerse y encubrirse.
Es normal que Samper esté del lado de Petro, de Maduro, del prófugo Rafael Correa, del cocalero Evo Morales y demás delincuentes latinoamericanos. Lo noticioso sería que él se ubicara del lado de la decencia y de la legalidad.
A pesar de que es consciente del repudio social, anunció el relanzamiento del movimiento político con el que empezó su carrera política o, mejor, criminal: el ‘poder popular’, grupo del que, hay que decirlo, también hizo parte fugazmente el expresidente Uribe.
Algunos inquirirán qué beneficio tiene Samper desempolvando su estructura, y la respuesta salta a la vista: gana muchísimo. Podrá vender avales, tendrá acceso a la financiación pública, espacios en los medios de comunicación y, lo que es mejor, posibilidades de que alguno de sus avalados ganen alguna elección o alguna curul. El narcotráfico, al parecer, necesitaba de un partido político y ahí esta el señor Samper Pizarro muy dispuesto a llenar ese vacío.
Publicado: octubre 9 de 2023