Apelando a la inmoral máxima popular de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” un creciente sector de la oposición al régimen socialcomunista de Colombia ha empezado a considerar al señor Carlos Alonso Lucio como un ícono en la confrontación a Petro.
El hecho de que la mitad de los colombianos que se oponen al gobierno coincidan con Lucio, no puede traducirse en un blanqueo del prontuario de ese individuo.
Su pasado es el de un mercenario. Ha estado vinculado con todas las estructuras criminales del país. Hizo parte de la banda terrorista M-19, que era en la práctica el brazo armado del cartel de Medellín. Al poco tiempo de desmovilizarse y de beneficiarse de la amnistía decretada por el gobierno de Virgilio Barco, tendió puentes con los rivales de su antiguo patrón y, en un abrir y cerrar de ojos, empezó a fungir como agente político del cartel de Cali. Triple salto mortal.
En 1992, Lucio se presentó como candidato a la alcaldía de Bogotá. Para lograr que el sistema financiero le otorgara un crédito, le pidió el favor a un amigo suyo, el señor Germán Prieto Heredia, que le escriturara un par de inmuebles con el fin de presentarlos como garantía bancaria. Prieto lo hizo, con el compromiso de que una vez pasaran las elecciones, las propiedades volverían a ser traspasadas a su nombre.
Genio y figura. El otrora terrorista del M-19 no devolvió los locales en cuestión; se los robó. La víctima lo denunció y la corte suprema de justicia, en 1998, dictó medida de aseguramiento contra Lucio. En ese momento, él se desempeñaba como senador. Tan pronto supo de la decisión judicial en su contra, emprendió la fuga. Se escondió en Cuba.
En calidad de prófugo, fue juzgado y condenado por los delitos de estafa y falsa denuncia.
A comienzos de siglo, entró a Colombia clandestinamente y fue recibido por una cuadrilla de la banda terrorista ELN. Aquella fue la tercera organización ilegal con la que estuvo vinculado: M-19, cartel de Cali y ELN. Después le sumó otra mas: las autodefensas.
Durante años sostuvo una relación aparentemente marital con la cuestionada Vivianne Morales, una mujer peligrosa que abusó de la condición de fiscal general de la nación para cometer todos los delitos posibles.
Lucio ha sido un crítico feroz de Gustavo Petro. Ha revelado detalles delicados del actual presidente de la República, lo ha cuestionado y ha puesto en evidencia muchísimas mentiras y contradicciones del mandatario. Esas intervenciones, que deben ser calificadas como un ajuste de cuentas entre bandidos, no pueden servir como el paño para limpiar el rostro de ese tipo.
Es cuando menos indignante, por no decir nauseabundo, ver a uribistas y a seguidores de la tal derecha criolla aplaudiendo, haciéndole eco, legitimando y dándole juego a ese rufián.
Nadie mejor para delatar a un delincuente que otro delincuente. Y eso es lo que se ha visto y seguramente continuará registrándose en el caso entre manos, hasta que Petro resuelva comprar a Lucio cuya conciencia es mercancía ordinaria y de bajo precio.
Publicado: septiembre 5 de 2023
Creo que el planteamiento de la columna es mezquino y exagerado. Hubo varios ex guerrilleros del M19 que genuinamente de desmovilizaron, no sólo de armas, sino de mente y espíritu, como Everth Bustamante, hoy de Centro Democrático. Y Rosemberg Pabón. Carlos A. Lucio ha demostrado desde hace años que abandonó el marxismo leninismo, con la ventaja que conoció el M19 por dentro y el modus operandi del movimiento. Y además como nadie conoce a Petro. Hasta ahora está haciendo un buen trabajo abriéndole los ojos a la adormilada sociedad colombiana y me parece muy valioso. No creo que se venda a Petro.