La desaforada

La desaforada

La ministra Irene Vélez ha dicho que los cuestionamientos y las críticas que se le hacen se deben a una modalidad de violencia de género y que la supuesta extrema derecha -en Colombia ni siquiera hay quién represente con hidalguía a la derecha social- la ataca inmisericordemente.

Aquello es radicalmente falso. A la Vélez se le señala por su estulticia, por su desconocimiento del sector que dirige políticamente, por su ignorancia supina, por sus salidas en falso y, ahora, pos los evidentes abusos de poder que está protagonizando, y que serán investigados y muy posiblemente sancionados por la Procuraduría General de la Nación. 

Desde el primer instante ha resultado sospechosa la presencia de su padre Hildebrando Vélez, un comunista radical que no ha dejado de medrar y de moverse en la penumbra por todas las entidades que dependen de la cartera que lleva su primogénita.

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Hace poco surgieron las indignantes, y porqué no repugnantes noticias respecto de los favorecimientos contractuales del esposo de la Vélez, un ciudadano holandés que se presenta a sí mismo como cineasta. 

Vélez, hábil para ponerse el traje de víctima cuando se le cuestiona, salió con la tesis peregrina de que el de ella, como cualquier otro esposo, tiene derecho a trabajar. Ni más faltaba. No se cuestiona que su cónyuge busque el sustento de su hogar. Lo que se critica es que nutra sus alforjas con dineros públicos. Ahora con contratos en la presidencia de la República y otrora con ordenes de servicio de la universidad del Valle -centro académico público- en las que curiosamente la supervisora de las mismas era Irene Vélez (¡!). Tan tierno: la esposa contratando al esposo.

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Las normas migratorias aplican para todos y cada uno de los ciudadanos colombianos. No hay excepciones ni matices. 

Cuando un menor de edad va a salir de las fronteras nacionales con solo uno de sus padres, se requiere una autorización notariada del otro. Así de claro. 

Ha trascendido que hace unos meses el esposo de la Vélez salió del país hacia Europa con su hija, sin que mediara la autorización escrita de la ministra quien estaba en aquel continente. Se ha sabido que el propósito del viaje era, precisamente, procurar un encuentro de la pareja y su vástago. 

Pero sin el documento debidamente diligenciado el menor no podía salir del país. No obstante, la ministra, haciendo un nauseabundo despliegue de abuso de autoridad, tomó su teléfono y ordenó que el funcionario de migración permitiera que su esposo emprendiera el viaje en compañía del menor.

Ahora el empleado de Migración Colombia será merecidamente sancionado. Él no debió rendirse ante la ilegal solicitud de la señora Vélez. Pero la ministra no puede quedar impune. Los desafueros de esa mujer son cada vez mayores. La justicia disciplinaria iniciará la correspondiente investigación e impondrá el castigo correspondiente. En su momento, se evaluará si el caso debe escalar a la jurisdicción penal. 

Petro se obsesiona en atornillar a esa funcionaria en el cargo, a pesar de que su presencia en el mismo está generando estragos en la industria de hidrocarburos. Pero Irene Vélez no tiene licencia para delinquir y en manos de las autoridades está el ponerle punto final a los abusos y delitos que están cometiendo la funcionaria y su familia. 

@IrreverentesCol

Publicado: julio 18 de 2023