Los constituyentes de 1991 incorporaron en la Carta el capítulo de los mecanismos de participación ciudadana como el plebiscito, el referendo, las consultas populares, la revocatoria del mandato y el cabildo abierto con el fin de promover la transición de la democracia representativa hacia la democracia participativa. La idea de los creadores de la Constitución era la de establecer las herramientas para estimular el involucramiento de los ciudadanos en los asuntos de mayor trascendencia a nivel local como a nivel nacional.
El objetivo de ellos no era convertir a la nuestra en una democracia plebiscitaria, como la de Suiza, donde el gobierno consulta frecuentemente asuntos de mayor y menor y calado, sino en el de dejar abierta la puerta para que el pueblo fuera convocado para que exprese su opinión respecto de temas que resultan clave para la vida en democracia.
La ley no obliga al presidente de la República, sea quien sea, a consultar popularmente los acuerdos que celebre con los grupos armados organizados al margen de la ley, pero Juan Manuel Santos, en un acto de demagogia e irresponsabilidad anunció que lo haría. Como siempre, ha faltado a la verdad. El plebiscito que someterá a votación de los colombianos no pregunta sobre los acuerdos en concreto sino sobre la paz como un todo. Pregunta cuya respuesta resulta obvia: la inmensa mayoría, por no decir la totalidad de los colombianos no dudará en votar que sí quiere la paz. Las dudas, los comentarios y las críticas se encuentran en, precisamente, las gabelas que se concederán a los ilegales para alcanzar esa paz.
Desde su incorporación en 1991, Colombia sólo ha llevado a cabo un referendo: el de 2003 cuando por primera vez fueron sometidos a consideración del pueblo 15 artículos que reformaban la Constitución. En el proyecto de ley que fue aprobado, se incluyó la posibilidad del voto en bloque lo que significaba que los electores, con el simple hecho de marcar en una casilla, estarían aprobando la integridad de los temas que abarcaba el referendo.
En el examen de constitucionalidad, la Corte determinó que el voto en bloque era improcedente, razón por la que eliminó esa posibilidad. Así mismo, decidió que, como es natural, el voto en blanco no tiene cabida en una consulta de ese tipo, razón por la que, al decir popular, le “puso dientes” a la abstención activa como alternativa política y legítima respecto del referendo.
Así, quienes no estaban de acuerdo con el texto sometido a refrendación tuvieron la opción de hacer campaña por la abstención para efectos de que el temario se hundiera por falta de votos, cosa que en efecto sucedió: de las 15 preguntas formuladas, solamente una, la primera, pasó el umbral. Las restantes, aunque obtuvieron una abultada votación por el sí, no se volvieron una realidad por el simple hecho de que no alcanzaron a cruzar el mínimo de votos exigidos.
El 36% de los colombianos ha manifestado que no piensa salir a votar el plebiscito de la paz
Plebiscito por la paz
La reciente encuesta de la revista Semana y la cadena RCN trae un dato bastante significativo y revelador respecto de la actitud que adoptarían los ciudadanos frente al plebiscito por la paz. A la pregunta “en caso de que se convoque a un plebiscito, ¿votaría usted a favor o en contra de los acuerdos?”. Nótese que en el interrogante planteado por el encuestador no se incluye la opción de no votar, la cual debe ser medida en el entendido de que es una alternativa perfectamente posible. No obstante el “olvido” de quien diseñó el sondeo, el resultado de esa pregunta es muy revelador: el 36% de la gente votará por el sí, el 25% por el no y el 36% dijo que no votará.
Así las cosas, si el plebiscito fuera hoy, la abstención es una alternativa que resulta atractiva para una muy alta porción de ciudadanos que se oponen al contenido de los acuerdos y que ven que el plebiscito no es el mecanismo idóneo de refrendación porque no permite pronunciarse de fondo en los detalles del acuerdo.
Colombia es un país en el que históricamente se han registrado niveles de abstención muy elevados. Con ocasión del referendo de 2003, ésta fue de más del 75%. En las elecciones presidenciales de 2002, la abstención fue de poco más del 53%; en las de 2006 fue del 55%; en 2010 fue del 51% y en 2014 ésta llegó al 60% en la primera vuelta y al 62% en la segunda.
Los resultados de la reciente encuesta deben ser valorados por los opositores del plebiscito con cabeza fría. Son más los colombianos que se muestran apáticos frente al mismo que los que votarán por el no, en una proporción de 11 puntos porcentuales, razón por la que descartar una campaña promoviendo la abstención activa sería apresurado y tal vez equivocado.
@IrreverentesCol