No tiene porqué sorprender el aumento de la desaprobación en 20 puntos del presidente de la República en un mes.
Colombia está al garete, en manos de un gobernante irresponsable cuyas decisiones están volviendo pedazos la economía y en el que no se vislumbra un mínimo de ejercicio de la autoridad.
Los hechos de terrorismo que se registraron en la capital a manos de una turbamulta de aborígenes Emberá son el resultado del discurso de complacencia del gobierno con los violentos.
Las escenas en las que esos salvajes intentaron linchar a un grupo de policías y de funcionarios de convivencia de la alcaldía mayor de Bogotá son inaceptables. Desafortunadamente, no se vislumbra un cambio en la política y estos hechos seguramente continuarán presentándose.
Los antisociales saben que pueden delinquir con toda la impunidad. El gobierno, con ocasión del trámite de la renovación de la llamada ley de orden público, ha incluido un artículo que faculta al presidente de la República para otorgar amnistías e indultos a las personas que sean judicializadas en el marco de las llamadas “protestas sociales”.
Ese artículo, que es un verdadero orangután, tiene nombre propio: la banda terrorista ‘Primera Línea’, que durante el gobierno de Iván Duque hizo las veces de brazo armado del petrismo.
Lo sucedido en el centro de Bogotá, a menos de 5 cuadras de la Casa de Nariño, es indignante. Miembros de la policía nacional paleados por unos sádicos a los que ninguna autoridad fue capaz de contener ni capturar. Horas después del ataque, que además afectó a una uniformada, el errático director de la policía nacional, general Henry Sanabria, sacó un cartel con los rostros de algunos de los criminales y en el que se ofrece una recompensa de hasta $50 millones de pesos para quien los entregue a las autoridades.
Puros pañitos de agua tibia. Es altamente improbable que los criminales sean sancionados. Se escudarán en la deuda ancestral que los colombianos tienen con las comunidades indígenas y dirán que sus actos criminales fueron una manifestación de ira reprimida durante siglos. Con eso será suficiente para que la justicia los favorezca con la más nauseabunda de las impunidades.
Hay una frase de cajón que se acomoda perfectamente a la realidad nacional: Colombia parece un barco a la deriva sin capitán al mando.
La inseguridad reverdece, los ilegales a los que se les ha prometido “paz total” andan de plácemes, delinquiendo las 24 horas del día porque saben que la Fuerza Pública no les hará nada, fina atención del brutal ministro de Defensa Velásquez.
Publicado: octubre 21 de 2022
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