La de Petro no es la política del amor. No. Es la del odio, la de la venganza, la del revanchismo y la execración. Se ha dicho insistentemente que él y sus conmilitones buscan el poder para ajustar cuentas contra todos los que no piensan como ellos, contra quienes históricamente y desde la democracia, se han opuesto al execrable socialismo.
Venganza disfrazada de “deuda histórica” como dice la tosca aspirante a vicepresidenta Francia Márquez. Las sociedades deben mirar hacia adelante, identificando alternativas que faciliten su progreso. Petro y los suyos buscan la presidencia para escarbar en el pasado con el fin evidente de encontrar razones que les permita fabricar argumentos para perseguir a quienes ellos consideren sus enemigos. ¡Política del amor!
Uno de los abogados más cercanos al petrismo, el exauxiliar de vuelo Miguel del Río, que sueña con ser Fiscal General del régimen petrista, anuncia encarcelamientos a diestra y siniestra, como lo hicieron los áulicos de Robespierre durante la revolución. Muerte, cárcel o destierro. Cualquiera de esas tres alternativas será el inexorable destino de los opositores a Petro.
El caso del columnista David Ghitis es mucho más delicado de lo que aparenta. No es una situación puntual relacionada con un columnista que escribió algo que despertó la iracundia de Petro. No.
La prensa libre está notificada. El libreto oficial se respeta o las consecuencias contra el medio y contra el periodista que se desmarque o que no satisfaga a Petro serán impagables. La vida de Ghitis claro que está en peligro y el gobierno nacional, pero también el de los Estados Unidos -el columnista cuenta con doble nacionalidad- tienen que adoptar las medidas correspondientes. Si algo le sucede al columnista que tanta incomodidad despierta en la extrema izquierda, la responsabilidad es de Petro, pero también de las autoridades que están perfectamente preavisadas.
Es dramático que los que aplauden a rabiar las insensateces de Petro vayan a ser, por su propia miseria material, los principales y más prontos damnificados de las políticas retardatarias de ese individuo. La condonación de deudas de ICETEX, acabará con la entidad; los jóvenes de escasos recursos que proyecten acudir a los créditos de ese instituto verán frustrados sus sueños de acceder a una buena educación superior.
La confiscación de los fondos privados de pensiones, desembocará en el robo de más de $350 billones de pesos. Millones de colombianos de la clase media tienen como único ahorro sus pensiones. Ese es su único patrimonio. El dinero se esfumará, como sucedió en el extinto Instituto de Seguros Sociales. La inmensa mayoría de directores de esa entidad salieron del cargo multimillonarios. El ISS y la dirección de la aduana de Buenaventura eran lo botines más añorados por los corruptos.
Es paradójico que los petristas que irreflexivamente aplauden la idea del asalto a los fondos privados de pensiones serán los primeros en perderlo todo. Y muy tarde será cuando quieran que Petro, que establecerá una cleptocracia -con el apoyo de Benedetti y Barreras- les devuelva sus ahorros.
Despojo, miseria, violencia, desespero, serán los rectores en una Colombia gobernada por Gustavo Petro. Aún hay tiempo. La campaña hasta ahora comienza y hay tiempo para hacer entrar a razón a muchos de los que se han dejado embaucar por el desaforado exterrorista del M-19.
Publicado: abril 4 de 2022
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