Los actos de ferocidad y barbarie que se registraron en el país durante la jornada de paro violento estimulado por los socialcomunistas son la muestra del odio y el resentimiento que habita en las almas de sujetos peligrosos y violentos como Gustavo Petro y su lugarteniente, Gustavo Bolívar.
Las imágenes son todas escalofriantes, pero sin lugar a dudas la más angustiante de todas las que han circulado es la del asalto violento a una sucursal del banco AV Villas en la ciudad de Cali. Las empleadas de esa entidad financiera imploraban desesperadas que los alevosos petristas no les hicieran daño, clamor que fue desoído por los facinerosos que arrasaron con todo lo que encontraron a su paso.
Ese episodio puntual es la consecuencia del odio que desde siempre ha expresado Petro contra Luis Carlos Sarmiento -propietario de AV Villas-. Sus palabras han ido calando entre los desadaptados y antisociales que militan en su partido hasta llegar a la situación narrada, cuando la vida de un grupo de empleados de ese banco estuvo en grave riesgo.
Lo mismo sucedió con los medios de comunicación que el petrismo califica como “uribistas” y de “extrema derecha”. La sede de la revista Semana y de RCN Televisión fueron brutalmente atacadas por las hordas de la ‘Colombia Humana’ que, apandilladas, se dieron a la tarea de destruir las instalaciones de esos medios de comunicación.
De nuevo: ese ese el resultado del discurso incendiario de Petro que ha amenazado a la Familia Ardila -propietaria de RCN- con expropiarles sus ingenios azucareros.
Puede concluirse que el 28 de abril, fecha dolorosa para la historia nacional, se produjo el lanzamiento oficial de la campaña presidencial de Gustavo Petro. El acto estuvo precedido por ataques contra miembros de la Fuerza Pública, destrucción de bienes públicos, monumentos históricos, incendios de autobuses, asaltos bancarios, robo a grandes supermercados y también a pequeños tenderos de barrio y, por supuesto, amedrentamiento y golpizas a los ciudadanos de bien que se opusieron a esa oleada de terror. Petro, como el genocida Hitler, también tiene a sus camisas pardas, escuadrones de salvajes capaces de hacer cualquier cosa bajo el argumento de que son ‘líderes sociales’ que expresan su descontento e indignación con el gobierno nacional.
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Hay que decirlo. Es frustrante que la Fuerza Pública no haya recibido instrucciones precisas para mantener el orden público. El ministro de Defensa, Diego Molano, que es un hombre decente y comprometido, falló de manera grave. En las democracias la protesta pacífica es permitida, pero cuando esta deviene en actos de terror como los registrados en Colombia, las fuerzas del orden tienen el deber de contener a los facinerosos para garantizar la vida, honra y bienes de la gente de bien. Y ahí hubo una falla imperdonable.
Pero, como se dice popularmente, no hay que buscar al ahogado río arriba. El responsable único y directo de los hechos de violencia que desembocaron en muertes y lesiones permanentes de muchos miembros de la Fuerza Pública se llama Gustavo Petro Urrego quien desde un lugar indeterminado -hay quienes aseguran que continúa escondido en Italia- se emplea a fondo para generar una incontrolable conflagración social en Colombia. Terrorista hasta la médula.
Publicado: abril 30 de 2021
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