¿Qué le costaba al Gobierno construir un acuerdo nacional en torno a la tributaria previo a su radicación? Nada, fue una torpeza no haberlo hecho. No la apoyan los partidos, ni los gremios y mucho menos los ciudadanos. Un panorama que causará un impacto severo en la opinión pública y del cual muy difícilmente se podrá recuperar.
Un proyecto de esta envergadura no se puede presentar así, de buenas a primeras, con la ilusión que las bancadas se limiten a pupitrear las medidas del ejecutivo. Menos aún, cuando estamos a un año de las elecciones y cualquier posición que adopten los partidos tiene un impacto directo en el 2022.
¿A quién se le ocurrió que el Congreso iba a apoyar una extensión del IVA que incrementara los costos del agro, el transporte y la clase media? ¿Quién pensó que los partidos estarían de acuerdo con gravar las jubilaciones, los aportes voluntarios a pensiones o las cuentas AFC? ¿Quién fue tan ingenuo como para sostener que las bancadas aceptarían una ampliación tan severa de la base gravable del impuesto de renta de las personas naturales?
Sinceramente, desconcierta ver que Palacio autorice la radicación de un texto que no tiene ninguna viabilidad política. No hay que ser un genio para darse cuenta que el articulado que se presentó se va a hundir, aunque sí hay que ser bastante testarudo para no dejarse orientar de los que saben. El equipo económico de Hacienda puede que tenga conocimiento de la situación fiscal del País, pero no tiene la experiencia de alguien que ocupó dos veces la Presidencia con los mejores índices de favorabilidad.
Por eso, más que un aspecto técnico, el gran problema que ronda la tributaria es de estrategia y de comunicación. Y de paso, pareciera que de ego. Por ejemplo, sería bueno saber por qué el Gobierno no ha explicado en detalle su plan de austeridad en el gasto. ¿Qué entidades se eliminarán? ¿Qué Ministerios se fusionarán? ¿Se cerrarán consulados y embajadas? ¿Se acabarán las nóminas paralelas de contratistas? ¿Por fin se suprimirán las costosas e ineficientes Consejerías Presidenciales?
Nadie sabe, solo hay especulaciones en torno a un tema que es crucial en la reforma. No se le puede pedir a los colombianos que paguen más impuestos cuando el Gobierno no es claro frente a cómo pretende apretarse el cinturón y dejar de gastar recursos en burocracia innecesaria.
Además, sentarse a construir un articulado con los partidos no es un pecado. De hecho, ninguna colectividad va a asumir el costo político de apoyar una reforma tributaria donde no se acogen ninguna de sus propuestas. Nadie defiende un proyecto del que no hace parte, del que es excluido. Es cuestión de sentido común.
Seguramente el articulado de la reforma cambiará de cara a la ponencia de primer debate. Prácticamente saldrá un texto distinto al que entró y no se cruzarán las líneas rojas que con toda la razón trazaron todos los partidos. El problema, es que el daño en la imagen del Gobierno ya está hecho y, de paso, en la del Centro Democrático, a pesar que el ejecutivo no quiso acatar los reiterados llamados que le hizo el Partido.
En esencia, sucedió lo mismo que con la Ley de Financiamiento de 2018 cuando la favorabilidad del Presidente cayó a pique. La diferencia, es que ahora estamos a pocos meses del inicio de una campaña donde la derecha llega con el desgaste de haber apoyado un Gobierno del cual ni siquiera hace parte y la izquierda aprovecha a más no poder las torpezas del ejecutivo para impulsar con odio y resentimiento su campaña electoral.
Publicado: abril 28 de 2021
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