La comisión de expertos tributarios fue enfática al sostener que, en Colombia, las reformas tributarias son una colcha de retazos mal diseñada que ha profundizado la crisis de deuda, el despilfarro del gasto, la regresividad en los impuestos y el debilitamiento del ingreso per cápita en términos comparativos entre los que menos ganan y los que tienen de sobra.
El problema parte de la consistencia de los ingresos de los colombianos en un escenario donde la pandemia afectó como nunca el crecimiento productivo de la economía y acabó por retroceder el PIB potencial 10 años. La economía por si sola no puede generar los ingresos que necesita la población para sobrevivir los ciclos de contracción ni mucho menos puede generar empleos sin un empujón del Gobierno Nacional, que decir del financiamiento de los programas sociales, pretender mayor gasto sin una fuente generadora es sencillamente imposible.
Estamos cometiendo un error fatal al interpretar la reforma fiscal desde el lado del gasto, es decir, al exigirle al Estado que financie absolutamente todo al menor costo posible para la población, sobre todo para aquella fracción que concentra la mayor parte de ingresos en el país. Las gabelas tributarias tienen que acabarse y en su lugar transferir el ingreso desde los que están mas arriba hacia los mas vulnerables, pero al mismo tiempo controlar el agotamiento de la familia media al recaer sobre esta gran parte del tributo a través del impuesto de renta y el IVA.
También cometemos un error fatal al ampliar la base de contribuyentes sin tener en cuenta el ingreso promedio del hogar y a cambio sumamos IVA a los servicios públicos, tarifas marginales de renta a partir de 30 millones anuales, le quitamos la categoría de exentos al sector agropecuario, subimos la tarifa del IVA a los combustibles (fuera de la sobretasa), transferimos mayor carga a servicios básicos hoy como el uso de tecnologías de la comunicación, pero sobre todo cuando en un contexto como el actual el ingreso de los más pobres y de la clase media debe protegerse.
Otro error craso que se comete el hablar de una reforma fiscal es no permitir modificar la base impositiva a favor de los que tienen menos, pero al mismo tiempo crear paquetes tributarios inflexibles en materia de gasto, es decir que el populismo tributario exija incrementos del gasto social en ausencia de recaudo sumado a inestabilidades fiscales y a baja consistencia del crecimiento económico. Al final no van a tener más opción que recurrir a la deuda, sumado a correr los medios productivos, debilitando la inversión y quitándole a los colombianos la posibilidad de generar empleos.
Finalmente, otro error es consentir en la población la evasión y la elusión de impuestos queriendo tener todos los beneficios tributarios al menor costo, a la larga, se destruye el efecto del salario, la inversión y la productividad. El que no quiera acumular riqueza que tire la primera piedra y el que desee compartir su riqueza con el mas pobre que se ponga de pie. Esa es la máxima de la evasión, hacer trampa y culpar al gobierno.
Así las cosas, no tengamos miedo de hablar de impuestos, me sostengo en un modelo de financiamiento a partir de impuestos focalizado en los ingresos de la población, guiado por la repartición del beneficio corporativo hacia la población, en acceso de los bienes y servicios fundamentales, justo en la tarifa de renta a dividendos, compensación del IVA en términos de paridad de poder adquisitivo y financiación de los programas sociales a través de transferencias para la población en condición de pobreza y pobreza extrema.
También me gustaría que, generación E siga siendo la bandera por la educación con la totalidad de la matricula para los jóvenes, reactivación de empleo y pago de la seguridad social para jóvenes entre 18 y 28 años, así como mujeres mayores de 40 años y adultos que no han cumplido los requisitos de pensión o no cuentan con un ingreso pensional, por supuesto que seguiré apoyando el programa Ingreso Solidario para mas de 5 millones de hogares y la complementariedad que este tiene con el resto de programas de transferencias, también con la extensión del PAEF y por qué no, su perfeccionamiento para que acoja a las micro y pequeñas empresas que están naciendo en el país.
En estas condiciones, al hablar de la reforma fiscal, antes que anunciarla como una bomba de tiempo para acabar con los ingresos de los mas vulnerables, es preciso aclarar la necesidad de esta para financiar el gastro social, generar empleo, reactivar la economía, educar a más colombianos, perfeccionar el sistema de aseguramiento en salud, ofrecer mayor infraestructura, generar externalidades positivas, garantizar servicios básicos, propender por los bienes públicos y mejorar el bienestar de los colombianos.
Les dejo esta cifra: actualmente el país tiene una tasa de pobreza monetaria de 35.7% una brecha que amplia la incidencia de la pobreza entre centros urbanos y rural del 11.4%, un aumento de 661.899 personas que ingresaron a la pobreza, un déficit de $94.6 billones, gastos por $267.3 billones y evasión de alrededor del 1.5 puntos del PIB, ¿no es momento de garantizar a los colombianos los ingresos para combatir el efecto de la pobreza y redistribuir la riqueza?
Del que mas tiene al que menos posee es la máxima para una buena reforma de solidaridad sostenible.
Publicado: abril 23 de 2021