No se equivocaba Carlos Holmes Trujillo cuando afirmaba que el verdadero enemigo de Colombia no era el glifosato, sino el narcotráfico. Hasta que no se logren erradicar las miles de hectáreas cultivadas de coca será prácticamente imposible que haya paz y para lograrlo la aspersión aérea es un aspecto vital.
Y claramente las cifras lo demuestran. Desde 2015, cuando se suspendieron las fumigaciones y paralelamente se adelantaba el proceso de La Habana, el número de plantaciones en el País se disparó dramáticamente.
De hecho, desde ese año hasta el 2019 las hectáreas pasaron de 159.000 a 212.000, un incremento que tiró a la basura los esfuerzos hechos en materia de lucha contra las drogas desde el inicio del Plan Colombia a comienzos de siglo y nos puso al borde de la descertificación de Estados Unidos.
Por esa razón, una de las principales prioridades de Carlos Holmes en el Ministerio de Defensa fue sacar adelante la fumigación con glifosato. Era casi una obsesión diaria que entendía que la erradicación de la violencia en el País va intrínsecamente ligada al fin del narcotráfico.
La tarea, lógicamente, no fue fácil. Si bien es verdad la Corte Constitucional no prohibió el uso del herbicida, sí estableció un extenso número de requisitos y procedimientos que se deberían cumplir para que retornara la aspersión. Era, en otras palabras, un infierno de trámites.
Afortunadamente, su trabajo consistente y dedicado permitió dejar casi lista la tarea, la cual ha finalizado exitosamente Diego Molano. Ahora, por fin, después de seis largos años de espera, ya todo está listo para que retorne en Colombia el método más efectivo para contrarrestar los cultivos ilícitos.
Solamente falta el visto bueno del Consejo Nacional de Estupefacientes. Una vez se dé, no habrá más obstáculos para que la división de antinarcóticos de la Policía comience a pilotear las avionetas que actuarán con precisión.
A su vez, cabe recordar que esta nueva realidad podrá permitir que los más de 10.000 soldados y policías que adelantan las labores de erradicación manual abandonen esta peligrosa tarea y sean asignados a cubrir el déficit de fuerza pública que tienen ciudades como Bogotá.
Por esas cosas inexplicables y desafortunadas de la vida, Carlos Holmes no pudo ver culminada la labor por la que tanto trabajó. Afortunadamente, Diego Molano ha estado a la altura requerida para asumir las riendas del Ministerio de Defensa. El País no podía permitirse que esta cartera fuera asumida por alguien sin el carácter y la determinación necesaria para sacar adelante este tipo de acciones.
Ojalá que el retorno de la aspersión aérea vuelva a desequilibrar la lucha contra las drogas a favor del Estado y permita acabar con la nefasta resiembra que hace completamente ineficaz los programas de erradicación manual.
Publicado: abril 16 de 2021
3.5