El documentado aumento de la polarización política, elemental en la democracia, parecía tener un efecto positivo a la hora de desenmascarar las verdaderas motivaciones, intenciones, propuestas, valores y carácter de los partidos políticos y sus candidatos para buscar el poder. Creíamos que la valiosa democratización de la información iba a permitir purificar las oscuras aguas de la política y tener unos gobiernos con mayor transparencia por el continuo escrutinio público con constante rendición de cuentas. Muchas de esas virtudes ocurrieron. Por ejemplo, en la política de hoy dejamos de elegir a un presidente por qué posiblemente le iba a dar coscorrones a su equipo y obligamos que una alcaldesa, tan desdeñosa con la empresa privada y que insistió constantemente en el cierre del aeropuerto, a que se devolviera de sus placidas vacaciones mientras su ciudad estaba en crisis por el tercer pico.
Lo que pasamos por alto fue su efecto adverso, el populismo totalitarista tan efectivo para apelar a la emoción, que en elecciones sabemos que siempre ha desplazado a la razón, tiene en jaque la democracia en el mundo occidental, mientras los líderes de las otras potencias se frotan las manos al ver el declive de tantos avances democráticos que se han logrado a lo largo de la historia, pero especialmente en los últimos 40 años. Cada vez menos niños menores de 5 años mueren, hoy el problema en gran parte del mundo paso de ser el hambre a ser la obesidad, el déficit habitacional en la grandes ciudades occidentales se acerca a 0, el agua potable y la electricidad se dan casi por descontados en la mayoría de la población, el internet aún no está en ese punto, pero todo parece indicar que con el envío de satélites que emitan señales, es cuestión de tiempo para que este garantizado, las muertes por guerra y por violencia apenas son el 1% de las muertes totales del mundo al año.
Sin embargo, y a pesar de estos avances, los focos de la política han apelado a nuestros mayores miedos e instintos, la seguridad, el empleo y la salud ya no son los principales temas de la agenda, la negación del cambio climático, el odio de clases, la inmigración, el aborto e inclusive los derechos de los animales son más relevantes que los temas anteriores, en el exceso de información y de espectáculo, sobresalir se está complicando y un político cuyo trabajo es conseguir votos sabe que es más “rentable” diferenciarse que construir, así esto implique desde decir ridiculeces, hasta destruir la institucionalidad.
La gente dejó de creer en los partidos porque estos perdieron su razón de ser: buscar el poder para dirigir la historia. Esta atomización de partidos que se enfocan en diferentes causas para buscar electores difuminan la ya compleja tarea de gobernar y confunden aún más a las personas, que ocupadas en su lucha diaria, poco tiempo tienen para reflexionar sobre el difícil mundo de la política.
Hoy en día ganar una elección se convierte en un referendo, la dignidad se ha desdibujado tanto que cualquiera puede llegar sin experiencia ni preparación a un puesto de elección popular, algunos dirán que eso esta bien y que es la democracia pura, pero como todos los sistemas, este está muy lejos de ser una utopía. Por eso se creó en el sistema de pesos y contra pesos, en el control que hace la prensa al proceder de los poderosos y en el papel de la sociedad civil que desde sus organizaciones sociales, lucrativas o no gubernamentales también aportan a la construcción de la sociedad y al robustecimiento de la democracia.
La política ha cambiado mucho pero sigue siendo la misma, la excesiva exposición a medios y redes sociales, el irrespeto a la vida privada, la falta de reflexión, los argumentos de 150 caracteres y la envalentonada respuesta a nuestras frustraciones, miedos y como no a las injusticias a través de una pantalla, han hecho que el dialogo sea estéril, la reconciliación nacional y el acuerdo sobre lo fundamental no solo en Colombia sino en gran parte de occidente se esta volviendo un imposible. Pero nada de esto ha cambiado la razón de ser de la política, el ejercicio del poder para direccionar el bien común (sin contar los que lo hacen para enriquecerse, que tienen en sus votantes su principales cómplices), en otras palabras, se hace diferente, pero funciona igual y sirve para los mismo.
Hay que adaptarse al progreso del mundo, documentar toda nuestra vida privada para ganar votos para algunos puede ser populista para otros innovador, lo que no podemos hacer es engañar a la gente, con recetas fáciles que se transmiten rápido y apelan a los instintos más bajos de supervivencia humanos, los individuos tenemos el deber de ser más ponderados para construir en vez de destruir, la sociedad tiene la oportunidad de llegar a grandes pactos para salvar a occidente de la decadencia que pronto se degenerara en totalitarismo, los gobiernos tienen la obligación de innovar y apostarle a la educación como bastión del desarrollo económico y humano, si algo ha desnudado esta polarización es la testarudez y falta de raciocinio de grandes capas de la población en nombre de la “coherencia”, y a los políticos, pedirles que tengan el carácter de no aprovecharse de la situación.
Hay que abrazar las intenciones de la nueva política de acabar o por lo menos reglamentar el clientelismo, de informar a la población de manera transparente sobre las decisiones que se toman, inclusive el loable intento de desmercantilizar la política hay que aplaudirlo. El cuidado del medio ambiente, la desigualdad y el terrorismo son otros retos inmensos para los cuales debe existir consenso, lo único que pido es que en nombre de esas causas nobles y la nueva política, no reemplacemos las formas por el populismo, no caigamos en las politiquerías de decir cualquier cosa solo por ganar el voto, venzamos la demagogia con un estudio profundo de nuestros candidatos y partidos, usemos la nueva política para limpiar el estanque, no para añadirle otro químico de políticos inescrupulosos que la hagan cada vez menos potable.
Nota: Hago una predicción, cada vez va a ser más común que los gobiernos sean sucedidos por la oposición, si hacen bien sus trabajos siempre será lo mínimo y si lo hacen mal siempre serán vapuleados. No sé si esto sea positivo, negativo o neutral para la democracia, lo que si es cierto, es que en los países que aún están en construcción será muy difícil llegar a una anhelada estabilidad. Si no llegamos a consensos sobre lo que fuimos y somos, difícilmente llegaremos a acuerdos sobre lo que queremos ser.
Publicado: abril 13 de 2021
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