Bogotá está bajo amenaza. Homicidios, hurtos, atracos y balaceras, a diario, ponen en jaque y llevan a una profunda crisis la seguridad de la capital del país. Hay temor, mucho temor, y lo que es más grave aún, el silencio permisivo de ciertos sectores políticos de la capital, que genera desconfianza e incertidumbre. En vez de fomentar la xenofobia, lo que se tiene que fomentar es la participación ciudadana para la construcción de la seguridad colectiva.
Solo para mencionar un ejemplo, en Bogotá se estima que el uso de armas de fuego ha aumentado alrededor de un 13% en los últimos años, convirtiéndose en el arma que presenta la mayor variación como herramienta para la comisión de toda clase de delitos. Según la Secretaría de Seguridad y Convivencia, en homicidios ha aumentado un 14%; en hurto a vehículos 10%; en hurto a personas 7%; hurto a personas en Transmilenio 32% y 215% en hurto a personas en el SITP. Estas, en su gran mayoría, son armas de fuego ilegales.
Ese silencio permisivo frente a esta realidad es dañino, muy dañino para los pilares en los que debe cimentarse una sociedad. Dicen algunos que el porte legal de armas de fuego, por parte de los ciudadanos que obtengan sus permisos a partir de rigurosos estudios de seguridad, sería alimentar actuaciones contrarias a todo propósito del orden legal. Por el contrario, estas cifras demuestran que no es un tema de percepción, y que, si no se estudia a fondo la propuesta respaldada por el Centro Democrático, dando el debate que se requiere en esta materia, los ciudadanos estaremos sometidos a vivir atemorizados, con miedo de salir a las calles.
Como sociedad, debemos hacernos partícipes y no permitir que las vanidades personales de los gobernantes opaquen los liderazgos que se necesitan para la generación de espacios de participación democrática y de ideas que conduzcan a crear las condiciones para que podamos vivir y trabajar tranquilos. Recuerdo con mucha emoción cuando mi padre (QEPD), hablando sobre la búsqueda de estas condiciones, presentó el programa CASA (Centros de Acción Solidaria Anticriminal). Esta propuesta persigue el objetivo de que la acción de la comunidad sea, junto a su respaldo a las fuerzas del orden, el eje central de la construcción participativa y la cultura de seguridad ciudadana. Ese es el camino.
La cultura de la seguridad ciudadana concebido por CASA, en sus ideales, “debe inspirarse y materializarse en la búsqueda de “cuadras seguras”, “barrios seguros” y “comunas seguras”, donde existan, para tener “municipios seguros”. (…). En las “cuadras seguras” el espacio [de participación] será “conversemos sobre seguridad”; en el barrio “barrio seguro”, la “asamblea del barrio sobre seguridad”; en la “comuna segura”, el “consejo comunitario sobre seguridad”; en el “municipio seguro” los espacios serán “cabildos abiertos sobre seguridad” y la “planeación para la seguridad”. Fue mi mentor y lo seguirá siendo toda mi vida, lo que me hace un firme creyente y defensor de la democracia participativa.
Como capitalinos, nuestro deber es Bogotá. Está bajo amenaza y debemos movilizarnos colectivamente. Debemos concertar soluciones a partir de diálogos comunitarios. Diálogos en tu barrio, en tu UPZ, en tu localidad. Debemos dialogar permanentemente con nuestra policía y así mismo rodearla. La necesitamos fuerte y respaldada. A partir del diálogo permanente, de los espacios de participación permanentes, se construye la seguridad ciudadana y se eliminan las amenazas que nos atemorizan.
Publicado: marzo 24 de 2021
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