Se cumplen 14 años del fallecimiento del “Maestro de Maestros” y de mi mejor Maestro, Milton Friedman, y su obra sigue viva. Premio Nobel de Economía y sin duda, el economista más influyente después de Adam Smith, David Ricardo y John Keynes. Probablemente, Milton Friedman fue el mejor profesor universitario del que se tenga noticia.
Hijo de humildes inmigrantes judíos provenientes de Besarabia, perteneciente a la monarquía del Danubio, hoy Moldavia, después de la muerte de su padre, con apenas 15 años, debió ocuparse de su propio sustento. Con un modesto ingreso financió sus estudios de economía en la Universidad Rutgers de New Jersey y luego su postgrado en la Universidad de Chicago en la que permaneció hasta su jubilación como profesor en el año 1977.
Paralelo a su actividad como profesor universitario trabajó para el National Bureau of Economic Reserarch, en el US Treasury Department como consultor para la realización del Plan Marshall y a partir de 1960 como asesor del Gobierno Estadounidense en asuntos interiores y exteriores.
Friedman remozo la economía, y le devolvió ilusiones y esperanzas perdidas a una ciencia derrotada por la concentración de la riqueza, la masificación de la pobreza, el desempleo, la pobreza, la inflación y la estanflación.
Con sus teorías suficientemente probadas le recordó al mundo, que el progreso y el avance económico de la sociedad no tienen límite; el limite lo imponen los políticos que no están preparados para gobernar ni para asumir grandes responsabilidades y desafíos. Para Friedman eran muchos los políticos, pero muy pocos los estadistas.
Su Teoría de la Intervención Monetaria, consistente en controlar la inflación mediante la regulación de la oferta monetaria a una tasa constante, le permitió a la humanidad detener su empobrecimiento como consecuencia del encarecimiento de los precios y la perdida gradual de la capacidad de compra de los salarios. En Colombia su teoría se aplica, a pesar de su distorsión producida por los abusos de los bancos y de la tolerancia complaciente de los Gobiernos con ellos.
Friedman, caracterizado demócrata, leseferiano y libertario, desde su cátedra en la Universidad de Chicago, y por medio de sus columnas de prensa, denunció el rotundo fracaso del proteccionismo, el populismo y el comunismo, y su responsabilidad como causantes directos de la pobreza, la miseria y el atraso que padecen algunas naciones, entre ellas, hoy, Cuba y Venezuela.
Con su trabajo prolijo y sistemático, sostuvo y probó hasta la saciedad, las bondades inequívocas de la libertad de mercado y la necesidad impostergable de crear un marco legal justo en el que pueda prosperar la iniciativa privada, el espíritu empresarial, el emprendimiento y el libre intercambio.
Para Friedman la inserción de las naciones pobres al escenario de la economía global, no era una alternativa opcional, sino un imperativo categórico para promover progreso y acortar distancias frente a las economías industrializadas.
Friedman fustigó con vehemencia el proteccionismo en favor de los sectores solventes de la economía y en perjuicio de los intereses de la comunidad y repudió la devaluación como modelo de desarrollo.
Para Friedman era inadmisible, que los estados, engañosamente, y valiéndose de la supuesta defensa de los intereses nacionales, antepusieran al bienestar de los consumidores, los intereses de los productores.
En una de sus memorables cátedras dijo: «Solo hay progreso, cuando hay aumento del consumo general a una tasa de inflación moderada. Para ello, los gobiernos deben ser visionarios y prospectivos; austeros en el gasto y solventes en la inversión; respetuosos de la iniciativa privada y garantes del libre mercado; prudentes en el cobro de tributos y animadores del crecimiento de la demanda. De no ser así, solo habrá estancamiento o retroceso«.
A su consejo sabio muchos gobernantes apelaron en busca de estrategias económicas de gobierno. Margaret Thatcher y Ronald Reagan se valieron de su esclarecida visión, lo que probablemente los eximió de ser confrontados por el manejo de sus políticas económicas.
Friedman inspiraba a sus alumnos e invadía sus mentes y corazones con ideas e ideales, en favor de la consolidación de una democracia, en la que reinara la exigencia, la excelencia y la libre competencia.
Dentro de sus alumnos, los llamados «Chicago Boys«, estuvieron muchos de los líderes y dirigentes chilenos que estructuraron el exitoso modelo económico denominado «El Milagro de Chile«, que tanto desarrollo, progreso y auge le ha dado a la nación austral, y el que hoy está tan seriamente comprometido con el resurgir del populismo regresivo y el renacer de la anacrónica doctrina comunista que pretende anteponer la ideología a la ciencia y a la racionalidad.
La partida de Friedman dejó un hondo vacío en las ciencias económicas y evidencia, la poca aplicación práctica que han tenido las teorías de los economistas contemporáneos distinguidos con el Premio Nobel, infortunadamente, premio cada día más devaluado, controvertido y desprestigiado.
Friedman, padre del monetarismo y defensor irreductible de la internacionalización de la economía, lego a las nuevas generaciones alternativas para combatir la pauperización de la sociedad a expensas del fortalecimiento fiscal de estados incapaces de hacer cierta la esperanza del progreso.
Honor a mi Maestro; honor a su vida; honor a su obra; y, honor a su memoria.
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*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Litigante. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Conjuez. Árbitro en Derecho. Profesor Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.
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