Durante estos días se ha venido hablando de una posible candidatura presidencial de Tomás Uribe, opción que goza de una gran aceptación por buena parte de la dirigencia del Centro Democrático, y de un vasto sector de la militancia uribista que, hay que decirlo, se siente huérfano de liderazgo después de la injustica de que está siendo objeto el presidente Uribe, quien se vio forzado a renunciar a su curul en el Senado de la República.
Tomás Uribe es un hombre de la empresa privada, pero con un claro sentido de la política que se hizo evidente durante las dolorosas semanas en las que su padre estuvo injustamente privado de la libertad por orden de unos magistrados guiados por claro prejuicios ideológicos.
Literalmente, Tomás se echó al hombro esa defensa. Fiel a su talante empresarial, lideró la estrategia jurídica y la campaña pública con la que se puso en evidencia ante el mundo entero el deleznable montaje que se erigió por parte de la extrema izquierda que incapaz de vencer a Uribe en la arena política, hizo hasta lo imposible para encarcelarlo.
Poco a poco, Tomás Uribe se ha ido ganando el cariño de los seguidores del expresidente, de quien, valga reconocerlo, heredó su carácter, templanza y carisma.
He hablado con personas cercanas a Tomás, quienes me han confirmado que él no está en plan de candidato. Su obsesión, por ahora, es la de enaltecer el buen nombre de su padre.
Pero quienes conocen a la política, saben que en ella no hay un solo elemento o posibilidad que pueda ser descartada de plano.
Los escenarios no son estáticos y las dinámicas obligan a tener sobre la mesa todas las opciones plausibles. Y la realidad nacional nos confirma que Tomás Uribe Moreno, es una de ellas.
En el Centro Democrático hay figuras con grandes condiciones que han expresado sus legítimas aspiraciones presidenciales, las cuales deben ser receptoras de respeto y consideración, pues sus carreras y ejecutorias son admirables.
Pero la pregunta que muchos uribistas nos hacemos, a un año y medio de las elecciones, gira entorno a las posibilidades reales de aquellos que han manifestado su interés por buscar la primera magistratura de la Nación.
Avizoro grandes dificultades y no tengo claro que sean de fácil resolución. Una de ellas es que ninguno de los nombres que están en la baraja de precandidatos, tiene la capacidad de unir al uribismo y de sumar fuerzas políticas afines al cuerpo doctrinario que rige al Centro Democrático. Debemos tener claridad que al 22 hay que llegar con una coalición vigorosa y capaz de enfrentar a la amenaza neocomunista que se cierne sobre nuestro país.
Esa realidad es la que se ha encargado de estimular a las personas que sugieren con ahínco la posibilidad de Tomás Uribe.
Sin llamarnos a engaños, la perspectiva de tenerlo a él en el tarjetón presidencial de 2022 es extremadamente atractiva. No son pocos los que anhelan ver vallas y pasacalles con el slogan ‘Uribe Presidente’. La carga de ese mensaje es monumental.
Porque lo conozco, sé que al presidente Uribe no le atrae la posibilidad de que su primogénito sea el próximo presidente de la República. Él, que es un demócrata integral, diseñó al Centro Democrático como a un semillero de nuevos liderazgos, no como un movimiento político personalista ni mucho menos al servicio de su familia.
Pero las realidades políticas muchas veces hablan por si mismas y si en los próximos meses el uribismo no ve a ninguno de los precandidatos hasta ahora “lanzados al agua” tomando fuerza y posicionándose ante la opinión pública, indefectiblemente arreciará el clamor porque Tomás Uribe le preste un servicio al partido y al país, dando el paso hacia la candidatura.
Por ahora, solo se trata de una alternativa sobre la que se empieza hablar. Pero no puede desconocerse que, aunque se trata de algo totalmente especulativo, goza de una fuerza impresionante.
Por ahora, Tomás seguirá dividiendo su tiempo entre sus responsabilidades empresariales y su labor al frente del equipo de defensa jurídica y política de su padre. Y mientras él está en lo suyo, los uribistas continuarán preguntándose si él es el candidato presidencial idóneo para reemplazar a Iván Duque a partir del 7 de agosto de 2022.
Publicado: noviembre 22 de 2020
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