Aunque no conozco al senador Roy Barreras, jamás diré “no he tenido el placer”, pues tengo la sensación de que placentero —placentero— no es. Pero solo es sensación. Quizá me equivoque y la cosa sea mucho peor de lo que imagino. Igual, repito, es sensación. Como las que uno tiene cuando mencionan su nombre y sin premeditación alguna vienen a la cabeza dinámicas ‘corruptoides’ ligadas a la ESAP, a CAPRECOM, a recursos de la paz y a cajas fuertes con miles de millones. O como cuando al ver su imagen resulta inevitable sentir que es el retrato del más ufano de los lagartos. En fin, sensaciones, y como tales, no hay que darles más importancia de la que merecen. A las autoridades lo suyo.
Las que sí pueden ser relevantes son sus palabras. No porque expresen verdades, sino porque en su malograda intención de exhibirse inteligente —mediante un arrogante y deslucido cinismo ya mandado a recoger— logra hacer eco en aquellos que ven que su discurso es útil a los perversos propósitos que persiguen; ya que él, como tantos otros en estas lides de la política colombiana, usa el nombre de Álvaro Uribe para producir impacto.
La última perla de su collar de estupideces, es traer a colación un artículo del referendo impulsado por el presidente Uribe en el 2003. Lo presenta como si se tratara de una revelación, un descubrimiento. ¡Já! “La hazaña de Roy”. Y no es que simplemente tenga la cachaza de compararlo con el desastre de proceso de paz que tanto defiende, no. Es que busca cancelar o atenuar la percepción negativa que tiene la mayoría del país sobre el proceso de paz de La Habana, a través de una rebuscadísima analogía con lo que el presidente Uribe hizo en el 2003. En serio, ¡qué risa! Los más fervientes detractores de Uribe, elaborando argumentos para embarcarlo en sus chapuzas. —¡Claro!— dirán ellos, —si Uribe hizo lo mismo, no es tan malo lo que hicimos.— A la larga, lo único que demuestran con sus jueguitos, es su obsesiva admiración por alguien a quien nunca podrán igualar. Mucho menos con tentativas ridículas como pretender exhibir grandes similitudes entre aquel proceso de paz con los paramilitares y este buñuelo llevado a cabo con las farc.
El senador Roy Barreras, en su ya habitual y fallida pose de superhéroe, dijo: “Uribe iba a entregar todo a cambio de nada”. ¿Sí la pillan? Solo le faltó decir “¡como hicimos nosotros!”. Que alguien le explique al senador reptiliano que el presidente Uribe hizo todo lo contrario a lo que se fraguó en La Habana, pues —digan lo que digan— del proceso con los paramilitares, nadie está en grado de negar que hubo cárcel, extradición, ausencia de participación política, juicios a parapolíticos, verdades y reparaciones. Porque aun reconociendo los defectos inherentes a Justicia y Paz (que seguramente son muchos), no habrá nunca modo de cuestionar sus resultados al compararlos con el bodrio que defecaron en La Habana.
Incluso podemos ir más allá. Hablemos del famoso “iba” que presenta el senador Barreras en su inútil y patética sentencia. Lo que el presidente Uribe iba a hacer (que no se hizo), era muy diferente a lo que hoy presencia y padece el país. Aquella iniciativa del referendo, contemplaba circunscripciones especiales de paz por una sola vez (un periodo), con curules ocupadas por personas ya desmovilizadas (no como Santrich), sometidos al Estado (no sometiendo al Estado), sin amnistías ni indultos como prerrogativa del presidente, y sin pasarse por la faja lo relativo a crímenes atroces o de lesa humanidad (como lo hacen hoy). Pero lo mejor de aquella propuesta, es que no ignoraba a las bases de los grupos desmovilizados, sino que —a diferencia del acuerdo que premió a la élite de las farc— incorporaba curules en Asambleas y Concejos (por una sola vez) para darle participación política en los cuerpos colegiados territoriales a unas masas no condenadas a la insoportable frustración de ver a sus antiguos jefes gozando de poder y privilegios para ellos inalcanzables (como sucede hoy con las farc). O sea, si sacamos de la ecuación el jueguito de palabras del senador Barreras, notaremos lo obvio: Roy miente.
Apreciados compatriotas de la izquierda extrema, entiéndanlo: por mucho que repitan que Duque es como Maduro, que el uribismo es fascismo, que el gobierno actual es una dictadura o que Uribe quiso hacer con los ‘paras’ lo que Santos hizo con las farc, no harán, ni que se convierta en verdad, ni que la gente les coma cuento. Ese jueguito de palabras con el que buscan paliar sus tachas a través de la equiparación de lo que no es equiparable, deberían envolverlo en un gran supositorio. La gente no es tonta.
Publicado: noviembre 15 de 2020
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