La Navidad es tiempo de afecto y solidaridad; de “dar y recibir», esperanzados en la paz que se ofrece a quienes lo hacen de buena voluntad. Por ello, convencido de la del presidente Duque, hago una lista de regalos que Colombia podrá recibir…, si hay buena voluntad.
Un salario mínimo que concilie las necesidades incuestionables de los trabajadores, con las limitaciones competitivas de los empresarios y las responsabilidades del Gobierno para que un mayor número de colombianos lo reciban.
El presidente ya demostró su voluntad con un incremento real sin precedentes en 2019. Los empresarios pasaron del 4,5% al 5%, pero los representantes de los trabajadores, que se quitan el sombrero del comité de paro y se ponen el de la Mesa de Concertación, llegaron con el tufillo extorsivo de la movilización y con una posición “inamovible”, antítesis de la concertación.
Pido que el Congreso, con responsabilidad, sin oportunismos ni chantajes, le regale al país una Ley de Crecimiento que ya aprobó hace un año y que hoy, con más veras, debería hacerlo por sus modificaciones de alto impacto social.
Cómo quitarles la devolución del IVA a tres millones de colombianos de bajos ingresos; cómo negarles la posibilidad de adquirir, en tres días al año, artículos que, sin ser suntuarios, no están a su alcance; cómo frustrar a los pensionados de menor ingreso, negándoles la reducción del aporte a salud, promesa traicionada por Santos después de conseguir sus votos.
Cómo negarles a los jóvenes la oportunidad de un primer empleo, premiando a las empresas que se los ofrezcan; cómo quitarle al campo recursos para vías terciarias con la sobretasa al sector financiero; cómo quitarnos la posibilidad de medicamentos baratos con el descuento del IVA en la cadena y un adecuado control de precios.
Son regalos que no se pueden bajar del árbol de los colombianos, en el que el Gobierno ya puso otros, como la exención de imporrenta por siete años a nuevas empresas de economía naranja; y el más grande: crecer a tasas superiores al 3%, como pocos países en el mundo, con lo que representa en empleo y bienestar.
Infortunadamente, frente a la buena voluntad de muchos está la mezquindad de unos pocos, obstinados en quitar los regalos, tumbar el árbol y destruir la esperanza. No quieren diálogo sino negociación extorsiva; no presentan propuestas sino exigencias; ayer 13 y hoy 104 “inamovibles”, bajo la amenaza de no abandonar la calle. Siguen un libreto, envalentonados con el caos chileno y presentando, como advertí hace días, una colcha de retazos plagada de exigencias que rayan en la insensatez, ya sea por imposibles sin romper la democracia -lo que realmente quieren- o porque son de largo plazo, lo que me hace pensar que… se convertirán en “habitantes de calle”.
A los colombianos de buena voluntad, paz en sus hogares y Feliz Navidad.
Publicado: diciembre 23 de 2019
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