La campaña por el «NO» en el plebiscito tiene que ser alegre y esperanzadora. Eso no puede ser patrimonio de los del «SÍ».
Todos conocemos las consecuencias nefastas que podría significar la victoria del “SÍ” en el plebiscito. Por un lado tenemos que los carniceros del tercer grupo terrorista más rico del mundo ni siquiera han tenido la decencia de pedir perdón –cero arrepentimiento- y por otro que se les está otorgando todo tipo de concesiones inimaginables. ¿A cambio de qué? De absolutamente nada, porque ni siquiera piensan entregar sus incalculables fortunas para resarcir a sus víctimas.
Vamos a tener a unos terroristas multimillonarios con poder – curules en el Congreso-. Sin duda un peligro latente que pone en riesgo nuestra democracia y nuestras instituciones. Pero, ¿La campaña por el “NO” se tiene que enfocar en los riesgos anteriormente mencionados?
Sin duda la campaña por el “NO” tiene que mostrar lo que significan estos acuerdos plagados de impunidad y las consecuencias que traerá, pero también es necesario plasmar esa esperanza que los colombianos anhelan. La publicidad del “NO” tiene que ser alegre. ¿Se imaginan unos acuerdos renegociados dónde las víctimas vean algo de justicia? ¿Qué tal volver a soñar con una Colombia que renace de las cenizas como aquella del 2002?
La publicidad por el “NO” del plebiscito de 1988 inspiró a los chilenos y creo que nos deja varias lecciones porque así debe ser la publicidad por el “NO” en el plebiscito que se llevará a cabo el 2 de octubre del año en curso en nuestro país. ¿Quién dijo que los únicos que pueden dar un mensaje esperanzador son los promotores del «SÍ»?
Con unos acuerdos renegociados o en su defecto con unos terroristas realmente doblegados es que este país va a progresar y verdaderamente podremos soñar.
Así que.. vamos a decir que NO.
@josecuellob