Cuando era candidato a la presidencia en 2010 y en todas las encuestas el profesor Antanas Mockus lo superaba ampliamente, quienes apoyaban a Santos aseguraban que el marchitamiento de la campaña se debía a la dificultad que existía para hacerlo ver como una persona sincera y coherente.
En el seno del uribismo era visto como una persona en la que no podía confiarse dada su extremada vanidad y su estilo tracalero de hacer las cosas. Los que conocieron los detalles del hundimiento del referendo que buscaba la segunda reelección del presidente Uribe en la Corte Constitucional no dudan en afirmar que buena parte del lobby que se hizo en aquella corporación para lograr que el referendo no prosperara vino, precisamente, de Juan Manuel Santos quien había renunciado al ministerio de Defensa para no inhabilitarse y poder tramitar su campaña presidencial.
El 26 de febrero de 2010, hacia las 5 de la tarde, la Corte Constitucional reveló que el referendo no era exequible y dos horas más tarde, en evidente estado de embriaguez, Juan Manuel Santos compareció a una rueda de prensa en la que anunció su lanzamiento a la presidencia de la República. No permitió que los uribistas que añoraban un tercer periodo del expresidente Uribe terminaran de digerir la noticia que había producido la Corte Constitucional.
Eliminando rivales
Coincidencia o no, todo aquel que de alguna manera pueda generar un riesgo para la vida personal o política de Juan Manuel Santos termina en una cárcel o en el exilio. Eso le sucedió al almirante Arango Bacci de quien el país conoce ampliamente lo que le pasó y porqué le pasó. En lo político, está el caso del ex Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, un hombre honorable y coherente, que desde el primer momento se apartó de la decisión del uribismo de apoyar a Santos para la presidencia en 2010.
Mientras la plana mayor de los más fieles y cercanos seguidores y colaboradores del expresidente Uribe promocionaba con ahínco la candidatura de Santos, el doctor Restrepo, en solitario, anunciaba que no votaría por él, pues como nadie él conocía la naturaleza tramposa y traicionera de quien fingía ser el sucesor ideal de Uribe.
Gobernando a espaldas del país
Ganó la presidencia, no por mérito propio sino por el apoyo decidido de la maquinaria uribista. El expresidente, desde la Casa de Nariño, no ahorró esfuerzo alguno para propiciar la victoria de Santos. Logró hacer que esa campaña despegara y sobrepasara a un Mockus que había logrado generar una “ola verde” que amenazaba con mandar al traste a la Seguridad Democrática.
Ganó las elecciones y en vez de recorrer a Colombia para expresar su gratitud hacia los ciudadanos que depositaron su confianza en él, resolvió largarse a un exclusivo club campestre en el municipio de Anapoima acompañado por las personas que integrarían su equipo de gobierno a planear lo que harían una vez asumieran el poder el 7 de agosto de 2010.
Desde 2002, Colombia se había acostumbrado a que su presidente estuviera en las regiones, atendiendo de manera personal las situaciones críticas y explorando soluciones de la mano de las comunidades.
Santos, prefirió encerrarse en Bogotá, concentrándose en atender grandes invitaciones, bailes y banquetes, mientras sus asesores de comunicaciones se encargaron de regar “mermelada” en los principales medios de comunicación que desde hace 6 años se han dedicado a vender una imagen distorsionada del gobierno. Mientras el país rechaza a Santos, los periodistas se encargan de alabarlo y ensalzarlo.
En el hoyo
La más reciente encuesta de Yanhaas, revela que Santos ha caído en lo más profundo, logrando algo que parecía imposible: superar en impopularidad a presidentes inmensamente repudiados y cuestionados como Ernesto Samper y Andrés Pastrana.
En efecto, la popularidad de Santos se ubica en el 17% porcentaje que delata la debilidad del gobierno al que todavía le quedan dos años de gestión.
Estos 24 meses que aún le faltan a Santos serán difíciles. Deberá enfrentar el desgaste que implicará la firma de los acuerdos finales con los terroristas de las Farc, asumir el costo político de la inminente reforma tributaria y hacerle frente al marchitamiento de la economía.
El gobierno no tiene de dónde girar. Agotó todo su capital, dilapidándolo y malgastándolo. Santos sumido en el profundo hoyo de la impopularidad, mientras que la oposición liderada por el expresidente Uribe cada vez más sólida, con un mayor respaldo popular, hechos que permiten hacer creer que en 2018, si el Centro Democrático selecciona a la persona indicada para que sea su candidato a la presidencia de la República, el poder volverá a las manos del uribismo.
@IrreverentesCol