Cada una de las campañas que se hacen con la finalidad de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos deben venir acompañadas de medidas que protejan y ayuden a mejorar el medio ambiente y la movilidad, dos factores que van de la mano, de los cuales depende que el desarrollo económico, social, empresarial, laboral, social de las naciones no se detenga.
Sin embargo llegó la hora de hacer cumplir las normas que regulan el desplazamiento de los ciudadanos en moto y bicicleta, de lo contario en vez de colaborar, estos medios de transporte contribuirán aún más al caos que sufrimos todos los ciudadanos en casi todas las ciudades en el día a día.
Examinando las estadísticas de la Secretaría de Movilidad por ejemplo en Bogotá, en el último lustro el parque automotor de la ciudad pasó de 1’538.170 vehículos a 2’133.851, lo que representa 595.681 carros más rodando en esta caotica ciudad. El parque privado es el que tuvo mayor crecimiento: 69% en motos y 34% en automóviles, camionetas y camperos. Mientras que el transporte público representa el 5% del total de vehículos matriculados en la ciudad.
Frente a la gran congestión vehicular una de las soluciones más frecuentadas es la bicicleta, que paso de ser de uso recreativo a un empleo diario para ir al trabajo y utilizar las vías de movilidad de la ciudad. Es increíble como compartiendo espacio con buses, carros, volquetas y otros, no se exija a los ciclistas el uso de luces traseras, frontales y de los espejos, estos últimos no deben ser accesorios, deben ser indispensables para la protección del ciclista y de quienes comparten la vía con ellos.
Ni que decir del casco, si es de imposición para los motociclistas también debe serlo para quienes utilizan la misma herramienta que Nayro Quintana. Los ciclistas, también deben entender que el uso de las ciclo rutas es para su beneficio pero que por ningún motivo son más importantes que los peatones, estos son los más indefensos y por ende, siempre tendrán prioridad pase lo que pase sea el lugar que sea.
Pasemos ahora al tema de las motos, y en este acápite incluyo las “bicicletas eléctricas” que no son otra cosa que motos disfrazadas y su régimen debería ser el de estas últimas, claro, no confundir la bicicletas con batería que ayudan el pedaleo con las otras que son motos y nada más que motos con un nombre para camuflarse y evadir normas aplicables a su uso.
Las motos están fuera de control, en su venta, en su regulación, en el uso de las calles, debe la ciudadanía así como la policía de tránsito hacer entrar en razón a los que llevan domicilios, ellos son la versión moderna de la guerra del centavo, para cumplir con el tiempo de pedido se suben a los andenes hacen contravía, no miden sus acciones y causan muchos accidentes, o que decir de los que ve uno caminando con el motor encendido para poder desplazarse por un sitio prohibido o para pasarse un semáforo o subir un puente peatonal.
Llego el momento, por la movilidad y el medio ambiente, de apoyar bicis y motos, bridarle más vías, mayor protección, estimular su uso y focalizar al ciudadano a dejar el automóvil brindándole alternativas cómodas, de fácil acceso, sea mejorando Transmilenio, construyendo el metro o similares, pero en todo caso el uso de medios alternativos al carro para movilizarse no puede seguir sin control y sin reglas, de ser así la accidentalidad subirá y la movilidad no mejorará.
Ciclistas y moteros, deben ser conscientes que deben ser cuidadosos al extremo por su propia seguridad y la de los ciudadanos de a pie.
@CancinoAbog