Las marchas organizadas por estudiantes de universidades públicas tienen varias lecturas que exigen pausa, análisis, evaluación y toma de decisiones por parte del Gobierno Nacional, los medios de comunicación, la comunidad educativa y la sociedad colombiana.
Nadie desconoce y se opone a reclamos que estudiantes, docentes y directivas de Universidades Públicas hacen para exigir del Estado más presupuesto, inversión y calidad en la educación. Exigencia que debería tener un componente integral que involucren también la educación secundaria y primaria, como de igual forma la formación y calidad académica impartida en estructuras privadas.
En ese propósito estamos de acuerdo a pesar de que en las últimas décadas varios expertos, entre ellos, la comisión de sabios conformada por Gabriel García Márquez, Rodolfo Llinás, Manuel Elkin Patarroyo, Eduardo Posada, Carlos Eduardo Vasco, entre otros, entregaron documento titulado “Colombia: al filo de la oportunidad” (1994) donde hacen una serie de sugerencias a la institucionalidad, dirigentes, y al pueblo colombiano, en materia de educación, ciencia, desarrollo, tecnología y progreso. No es el único diagnóstico que se hace para reformar la educación pública y ubicarla al nivel de competencia con otras latitudes.
Uno de los principales enemigos de la educación son los propios educadores. Los docentes asociados en FECODE han impedido que el Estado evalué a sus docentes con exámenes que permita conocer calidad, competencia y conocimiento de quienes tienen la noble, pero exigente tarea de educar a millones de niños en todo el territorio. De igual forma los profesores de Universidades Públicas, con ocasión de la nueva Constitución Política de 1991 y soportados en la ley 30 de 1992 “por la cual se organiza el servicio público de Educación Superior”, convirtieron la autonomía universitaria para construir su propio estatus quo, donde los privilegios, roscas y vanidades, mantienen, blindan y sostienen la administración de universidades, donde también prima el derroche y corrupción.
Docentes y directivos universitarios como los educación secundaria y primaria convirtieron los claustros educativos en fortines ideológicos, políticos y trincheras de defensa de interés particulares. Todos sabemos que FECODE y sectores mayoritarios de organizaciones universitarias, profesan profunda afinidad con sectores de la izquierda. Tan aberrante es su vocación política por la izquierda que en las elecciones presidenciales de mita de año asumieron jefatura de debate a favor de Gustavo Petro. Solo basta recordar los comunicados de apoyo, cartas, proclamas, y estigmatizaciones generadas por docentes en contra de Iván Duque.
El Presidente Iván Duque, en su estilo, nunca desconoció ni fue negligente en solucionar crisis financiera de universidades -herencia de los ocho años de Santos-, por el contrario, a pesar de la desfinanciación presupuestal para el 2019 asumió responsabilidad, como le toca, y después de varias reuniones firmó acuerdo con todos los rectores de universidades representados en el Sistema Universitario Estatal y Red de instituciones técnicas, tecnologías y universitarias, para fortalecer financieramente la educación pública aportando billones para el cuatrienio. https://www.youtube.com/watch?v=v-MKdH8081A&feature=youtu.be
Directivos, rectores y docentes no le cuentan a sus estudiantes que la crisis está financiada y superada, que legalmente quienes tienen vocería en materia administrativa y financiera con el Estado (Gobierno) son los representantes legales de las universidades, los rectores, quienes finalmente conocen al milímetro el manejo presupuestal de las instituciones educativas.
Si rectores firmaron acuerdo con el Presidente Duque, ¿Por qué persisten los estudiantes en mantener un paro sin sentido?
El motor del reclamo estudiantil, a través de marchas, movilizaciones en varias capitales, donde el vandalismo y el terrorismo priman, tiene un fin eminentemente político, gestado al interior de la “Colombia Humana”, alimentado odio, desinformación, agitación irresponsable y con elementos criminales para lograr los hechos de la semana pasada.
Petro sabe que no puede darle pausa y tiempo al Presidente Duque, para que ejerza su mandato y desarrolle sus propuestas de campaña. Petro sabe que, desestabilizando el país, incendiando las ciudades a través de la utopía universitaria, mantiene vivo el odio de clases que bien supo sembrar en las pasadas elecciones y en su desastroso mandato como alcalde. Petro sabe que la anarquía es el mayor generador de activos electorales y mecanismo que le permite mantenerlo con aliento para las elecciones regionales del 2019 y presidenciales del 2022.
La educación no les importa, es el medio, ellos lo saben, nosotros los sabemos, lo que importa es incendiar a Colombia, como lo hicieron con el Palacio de Justicia.
Publicado: noviembre 12 de 2018
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