El corrupto Armando Benedetti, como profesional del delito, prepara escenarios futuros para hacerle el quite a las autoridades judiciales.
Todas sus fechorías quedan impunes porque se encarga de sobornar fiscales, jueces, magistrados, comprar el silencio de testigos y asegurar que quienes efectivamente van a declarar en su contra sean silenciados al precio que sea.
Como ministro del Interior tiene derecho a utilizar pasaporte diplomático, como cualquier otro integrante del gabinete. Pero ese privilegio se extingue en el momento en que sea extinga su nombramiento.
Uno de los decretos más largos y cargados de información que hay en Colombia es el 1067 de 2015 que reglamenta todo el sector relacionado con las relaciones exteriores.
Son casi 300 paginas de disposiciones, muchas de ellas desconocidas por la opinión pública.
Uno de los artículos que más interesa a los arribistas que ocupan altos cargos, es el 2.2.1.5.1.2 que define que «tendrán derecho a la expedición de pasaporte diplomático, los colombianos que tengan las siguientes calidades…”. A partir de ahí se incluyen los expresidentes, los exvicepresidente y en el cuarto lugar de la lista, «los ex ministros delegatarios».
Ahí radica la obsesión de Benedetti por que se expidiera el controvertido decreto que lo encargó de esas funciones durante las horas en las que Petro estuvo en Ecuador atendiendo la posesión del presidente Noboa.
Benedetti ya conoce la utilidad del pasaporte diplomático. Cuando era embajador ante la FAO y en Madrid resolvió moler a golpes a su esposa y amenazarla con un puñal, la policía española que atendió la delicada situación no pudo detener a ese feminicida en potencia porque en el momento en que iba a ser esposado, él agresor sacó a relucir su pasaporte diplomático.
Cuando se acabe el gobierno de Petro y la justicia pueda actuar contra ese delincuente, seguramente huirá del país con su pasaporte diplomático en el bolsillo, esperando que en el momento de una eventual captura, ese documento lo salve de la acción de la justicia.
Otra que también tendrá derecho a ese privilegio es Laura Sarabia, pues el mismo articulo del decreto mencionado incluye a los ex ministros de Relaciones Exteriores.
El pasaporte diplomático no es un privilegio decorativo ni un símbolo de estatus social, sino un instrumento jurídico y práctico del sistema de relaciones internacionales.
La «Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas» regula los aspecectos relacionados con los pasaportes diplomáticos y los privilegios diplomáticos en general.
Esta convención tiene el propósito de garantizar y reconocer la inviolabilidad personal de los diplomáticos, no la de encubrir a criminales comunes como Armando Benedetti.
En Estados Unidos, por ejemplo, además de los funcionarios destinados a las embajadas, solamente tienen derecho al pasaporte diplomático el presidente, el vicepresidente, el secretario de Estado y los demás miembros del gabinete –pero únicamente cuando viajan en funciones oficiales al extranjero–, el consejero de seguridad nacional, los directores de agencias federales con funciones internacionales y punto.
En Colombia, en cambio, tienen pasaporte funcionarios de bajo nivel como el secretario de prensa de la Presidencia de la República, los altos consejeros presidenciales, el director general del consejo colombiano de cooperación en el Pacífico (Colpec), los miembros de las comisiones de vecindad y, cómo no, los «magistrados» del inoperante consejo electoral.
Esas personas pierden el pasaporte diplomático cuando terminan sus funciones, pero entre las pocas excepciones están Benedetti y Laura Sarabia quienes tendrán ese documento hasta el final de sus vidas, fina atención de Gustavo Petro.
@IrreverentesCol
Publicado: mayo 26 de 2025